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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 201 absorbe y reduce a su nivel la expresividad esencial. La expresión personal se da a todos los niveles científicos. Pero el pensamiento tiene una expre– sividad anterior a toda expresión personal. «La expresión se encuentra en la representación misma», afirma E. Nicol 685. No es preciso esperar a que un sujeto opine para que aparezca la expresividad. El mismo concepto, en su entraña, es discursivo y expresivo. Y, por ello, la verdadera expre– sividad del concepto --su comunicabilidad- no tiene por qué perturbarlo. La objetividad del concepto -y luego la del juicio sobre él construido– no nace de la relación sujeto-objeto, sino de la establecida entre sujeto-objeto– sujeto. «La objetividad consiste en esta primaria inteligibilidad común» 686 , donde la relación simbólica, al mismo tiempo que comunica, es objetiva. Repetidamente insiste E. Nícol ,en esta «inteligibilidad común», ya que, de otro modo, nos perderíamos en la soledad de una expresión única. Sólo aceptando el nivel primario, común y radical, de inteligibilidad de lo ex– presado, será posible luego concordar o discrepar. Un párrafo de E. Nícol que resume con acierto este planteamiento es el siguiente: <<Objetivar el objeto es identificarlo, o sea poseerlo en común. Esta condición previa de toda posible disparidad de opiniones, o de 'acti– tudes pensadas', no es expresiva porque en ella esté involucrado el sujeto, sino porque la objetivación es simbólica y dialógica. No se ha advertido que la expresividad radicaba en este carácter esencial– mente dialógico del lagos, más que en la particular subjetividad de cada individuo que hace uso de su lagos. Por .esto, es la intersubjeti– vidad, inherente a toda función simbólica, la que garantiza la objeti– vidad, aun antes de qu.e cl . sujeto .pueda enturbiarla, manifestándose a sí mismo con su doxa personal. La expresividad es, ante todo, co– municación. Pero lo comunicado primariamente no es un puro men– saie personal, sino un objeto>~ 687 . De to.do lo expuesto se seguiría otro concepto fundamental y común: el de fa ,comunidad de la v:e;rdad. 685 PC '71. 686 PC 73. También ,pueden verse las precisiones que hace al respecto en V:H 302"6, ..en donde insiste en la realidad común hecha patente por el logos. 687 PC 74•. En tas ).lP, 73-76, 78-79 se repiten incesantemente frases que reinciden en las idea~ que hemos e:x¡puesto: «Sin intersubjetividad no hay objetividad»; «iLa obie– tivl\Ción trasc1ende la esfera subjetiva individual»; «iL.a vet:dad es objetiva porque es intersubJ.etiva»; <iLo esencial es la intercomunicación, la relación intersubjetiva en general, en la cuiil consiste C1,1alquier función simbólica». Es importante tener en cuenta que ni el sujeto ni la palabra tienen afinidad ni congruencia con el objeto. Donde se halla, es. entre los sujetos dialbgantes. Por eso, «el objeto no es más que la base real para una operación mediadora: es un término inter– medio, es un referencial común para la relación entre dos términos que sí son afines y congruentes, y éstos son los dos sujetos, dialogantes. Simbolizar no es dar nombre a !as cosas; o mejor dicho, dar nombre a las cosas no es sino comunicarse con alguien me– diante esas cosas nombradas» (PC 76). En 'Historicidad y trascendencia de la verdad filosófica', en Proceedings of the Seventh Inter-American Congress of Philosophy (Québec 1967) 103, dice: «El auténtico principio de objetivación es la relación dialógica». H
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