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200 MANUEL GONZALEZ GARCIA se halla ya en el concepto que incluye, complementariamente, representación objetiva-contenido significativo y expresión subjetiva-intención comunica– tiva. Ambos elementos aparecen tan entrelazados entre sí, que, a la misma hora de explicarlos, es imposible hablar aisladamente de cada uno de estos dos coelementos. El concepto no es sólo un chispazo intuitivo, sino «el término cum– plido de la acción de concebir. Esta es una acción humana, en la que cada cual pone algo de su parte» 68 2 . Por medio del término conceptuamos, llevando a cumplimiento una operación compleja. Acostumbrados a usar símbolos verbales, términos, no reflexionamos en cada caso sobre las ope– raciones que fueron necesarias para producir un símbolo y situarlo entre los otros símbolos. Recurriendo a un ejemplo concreto, escribe E. Nícol: «El símbolo 'mesa', con el cual se representa conceptualmente un de– terminado objeto, concentra toda una serie de relaciones simbólicas que pretenden set verdaderas, a saber: la afirmación de la realidad objetiva de tal cosa, su distinción respecto de otra cosa, como es la silla; la pertenencia de ambas a un género común, que es el género mueble; la distinción entre este género y los objetos de géneros dis– tintos, etc.>> 6 8 3 • Así, el concepto aparece como creac1on u obra del sujeto, que puede aportar, a la expresividad esencial, otras expresiones circunstanciales. Pero también el concepto es ontológico, en cuanto palabra sobre el ser y la clase de ser de cada cosa. Es la dimensión apofántica que hace patente un ser objetivo, mediante el contenido significativo de la palabra o símbolo, fruto del acto subjetivo expresivo 6 84, La expresividad es el punto al que tenemos que recurrir para deter– minar la objetividad. La tesis tradicional afirma que la expresividad es un elemento pertur– bador de la objetividad: 1) En la «manera de ver las cosas». Que sería una función antepre– dicativa. Tal «manera de ver las cosas» .condicionaría el concepto antes de ser concebido en virtud de la índole personal o subjetiva. 2) En la «manera de hablar u opinar de las cosas». Aquí el concepto es perturbado al ser comunicado. En realidad, esta «manera de hablar u opinar» sería el fruto de la «manera de ver» y expresaría nuestra relación vital con las cosas. Con todo ello, la opinión personal interferiría negativamente en el pensamiento, rompiendo la intercomunicación o la intersubjetividad. Para E. Nícol, esta posición es falsa en cuanto se considera que la expresividad circunstancial (manera de ver, hablar de las cosas en concreto) 682 Ibid. 683 PC 72. 684 PC 71-72, 77-78.

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