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EL HOMBRE Y LA HIS'I'ORIA EN EDUARDO NICOL 193 situación histórica depende, a su vez, de la perspectiva individual, renun– ciando con ello a la objetividad y la racionalidad 658 . Pero, como muy bien afirma E. Nícol, «estamos abocados a la his– toria, pero no estamos desbocados de la razón» 6 59. Y, de ahí, el intento de recuperar la racionalidad de la historia. Uno de tales intentos trataría de mantener la racionalidad de la his– toria, pero degradándola, ya que la historia quedaría reducida a un puro proceso natural, tan observable como cualquier hecho científico. Por des• gracia, en este caso, desaparece la causalidad histórica y sólo se podría hablar de causas y procesos naturales: «Así como el biólogo observa la producdón de interacciones nucleares en el átomo, podríamos observar las producciones humanás, de·sde los mismos pensamientos del científico hasta los poemas de Raimundo Lulio y el Expolio del Greco» 660. Otros intentos, aceptando la irracionalidad de base de la historia, buscan su salvación por un camino irracional: la fidelidad individual o la fe ca– lectiva. En el primer caso, se trata de la convicción misma del historicista, de la eticidad que supone el ser fiel uno a su propia idea. Quien se salva en este caso es ila persona, centrándose en el· presente, convirti.endo la verdad en veracidad, la universalidad en «autenticidad»: «Vale la verdad ~moralmente- mientras sea la auténtica expresión vital de quien la piensa» 661 . La otra vía de solución pasa por el camino de la cr,eencia colectiva. Por contraposición a las afirmaciones vertidas en el caso del individualismo, ahora en lugar del presente se da una proyección hacia el· futuro, hay fe en un ideal y la fecundidad está en la promoción de la esperanza. Tal sería el caso del comunismo. El individuo, saliendo de sí mismo, encuentra apoyo fuera, en una comunidad marcada por un ideal colectivo 662 . Pero, después de todos estos intentos, hemos de seguir afirmando que «siempre la filosofía ha fundado sus verdades en razones, ,es ,decir, en la razón misma» 663. 658 Para E. Nícol hay, en el paso de Hegel al relativismo historicista, un parale– lismo con el de Descartes a Berkeley y Hume. En este caso, al deSipojar al yo de las ideas innatas, se corta el puente de unión con otros yoes y, por tanto, el yo queda encerrado en su propia ciencia. Al final de ambos caminos (relativismo historicista-empi– rismo inglés), nos encontramos con el soUpsismo y una postura Hlosófica parecida a la de Protágoras (Cf. PC 53-55; IH 19; ih 13; 'Historicidad y trascendencia de la verdad filosófica', en Proceedings of the Seventh Inter-American Congress of Philosophy (Québec 1%7) 100-l. 13 659 ih 13. 660 Ibid. 661 IH 19. 662 IH 19-20. 663 IH 20.

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