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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL Pero esta conclusión no responde exactamente al pensamiento de Marx, en el que «cada hombre es, no sólo autor o causante de lo que hace, y por tanto responsable de ello, sino además sujeto idóneo de 'lo que le pasa'» 616. El hombre es, realmente, productor, dominando, alterando la naturaleza y provocando una evolución económica que, de otro modo, sería estática. En su producción, el hombre puede llegar a ser esclavo del un régimen, que se halla determinado por el proceso económico que se ha convertido en causa y ha dejado de ser simple efecto de la acción del hombre. Y de ahí nace la lucha y el dinamismo. El proceso está movido inmediatamente por el desequilibrio, la desigualdad, la injusticia. Mediante la marcha dialéctica, que no es mera rdteración del pasado ni tiene lugar entre iguales, el hombre se acerca a la paz, la justicia, la superación de las tensiones que marcan ahora el caminar histórico. Allí, en el fin, inmanente, el hombre se integrará en una sociedad buena, natural y feliz. Esta causa final, como sucedía con el cristianismo, detlermina ,el proceso y va cuali– ficando las etapas históricas 617. Entonces el gran problema que se plantea a Marx es el siguiente: «¿Cómo pueden coexistir libertad y necesidad? ¿Cómo pueden con– jugarse, en la unidad del proceso, unas causas contingentes, que no dejarían de ser eficientes por juzgarse irracionales, y otras causas ne~ cesarías, que serían racionales por ser impersonales? Dicho en términos más directamente llamativos: ¿Cómo puede ser el hombre a la vez autor y comparsa del drama histórico?» 618. Llegado a este punto, E. Nícol abandona, en cierto modo, la exposi– ción de la doctrina de Marx para centrarse en la solución de este problema, exponiendo la integración de la libertad en el régimen de la causalidad, donde libertad y necesidad se completan dialécticamente. E. Nícol rechaza de entrada ,la posibilidad de que haya algún sector de la realidad que caiga fuera de la racionalidad. Ni siquiera, por tanto, la libertad, aunque se nos presente con ciertos caracteres de irracionalidad en su actuación concreta. A pesar de ello, es necesario afirmar que la libertad es ella misma causa, de la que se siguen unos efectos que, en su nivel propio de causalidad, guardan la misma relación de necesidad entre causa y efecto que en los fenómenos naturales. Para comprender esto, E. Nícol insiste en que el punto de partida es un dato de experiencia, cuyas partes integrantes son: histórico), entonces el hombre no es el verdadero autor de sus propios actos, no es el causante de su propia evolución: es, él mismo, el mero efecto de unas causas que no residen en su ser... Al situar la causa fuera del ser, han quedado desarticulados el aspecto exístencial y el aspecto situacional de la hístoria» (PC 234). 616 PC 234. 617 Aunque Marx ofrece una teleología inmanente, propone una meta histórica semejante a la del cristiimismo, ya que quiiete alcanzar «la unificación del orden histórico y el orden moral» (cf. PC 216-18, 239, 244). 618 PC 235.

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