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180 MANUEL GONZALEZ GARCIA d) MARX Marx hereda de Hegel los conceptos que articulan su sistema, intro– duciendo la causalidad económica como novedad original. Más allá, y antes de este inmediato antecesor, E. Nícol descubre en Marx un continuador y restaurador del sentido universal del proceso histórico, que ya había pro– pugnado el cristianismo, así como de la teleología de la historia, si bien el fin trascendente cristiano se torna inmanente en Marx 6 12 . El sistema de Marx ha de ser comprendido dentro del determinismo reinante en el siglo XIX. Por eso, su historicismo es determinista. El deseo de conseguir en la historia una capacidad de previsión semejante a la de la ciencia, lleva a Marx a suprimir la contingencia (es decir, la libertad) e introducir la necesidad: la materia 613, Sin embargo, las denominaciones que se han dado a su sistema no han contribtiido a aclarar la causalidad histórica. Así, hablar de «materfü– lismo histórico» es unir contradictoriamente dos términos -materia e historicidad- 614. Algo parecido sucede con la denominación de <<determinismo histórico», donde «causalidad» y «determinación» quedan identificadas a través de la causalidad económica propuesta por Marx. Ahora bien, en esta explicación, las acciones individuales carecen de sentido propio, ya que están determi– nadas férreamente por un principio unitario, suficiente, externo al ser del hombre: la economía 615. es la causa interna de todos los procesos -relacionados entre sí por esa energía- del cambio. Hegel llevó a cabo la misma operación, superando la mecánica histórica de Maquia– velo, con la introducción del dinamismo del espíritu. Gf. PC 225-26. La labor de Leibniz es explicada en PC 123-31. 612 Cf. PC 217, 219, 221, 226. Marx no es simplemente un restaurador del sentido universal del proceso histórico. También supera la concepción de las «primeras filosofías de la historia» en cuanto afirmaban que el poder era el motor de la historia, y en su antihistórico nacionalismo. Estas ideas son rebasadas al proponer Marx una causalidad impersonal, cuyas leyes económicas, por universales y constantes, garantizan la raciona– lidad del proceso histórico. Estas mismas leyes económicas superan los nacionalismos, en cuanto ponen de manifiesto la solidaridad del hombre y la interdependencia de las nacio– nes. Es muy importante, en este sentido, el «carácter histórico de la economía. La econo– mía no es resultado de múltiples acciones individuales inconexas, sino que constituye un orden racional orgánico y evolutivoq (PC 227). 613 Cf. PC 228. Cuando Marx emplea la palabra «materia» y la denominación de «materialismo», lo hace por oposición a los «idealismos», particularmente al hegeliano. El rechazaba los «idealismos», y «como inválidos, retrógrados, teñidos de misticismo y de teología, todos los conce:ptos con que las filosofías anteriore& habían tratado de repre– sentar lo que hay de específico en el hombre» (PC 232). 614 Para E. Nícol, es evidente que el materialismo es una tesis metafísica, pues quiere explicar cuál y cómo es el ser de lo histórico, mediante la materia que «es la única forma de ser que hay en el universo» (PC 230). Ahora bien, la materia no es histórica. La historicidad es un «•diferencial ontológicoq del que no goza la materia, ni la· orgánica ni la inorgánica. El mismo Marx propone para la historia unas leyes que no tienen nada que ver con la física, la química, la biología o las ciencias naturales (cf. PC 230-31). 615 «Si todo acto humano está determinado necesariamente por una causa imper– sonal (en este caso la económica), y sólo por esto cabe decir que tiene sentido {sentido

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