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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 175 vital, existencialmente, en la unidad de un proceso, constituido precisamente pot esas acciones y formas de ser 588. Sólo al cumplirse estos dos presupuestos, la historia es universal, con– dición insoslayable para que se dé la conciencia explícita de la historicidad 589. a) EL CRISTIANISMO El cristiahismo sería, para E. Nícol, la primera doctrina filosófica que contribuye a la formación del sentido histórico, aunque no posea plena– mente todos los elementos que él considera necesarios para una doctrina de la historicidad del hombre 590, El cristianismo unifica todas las diferencias individuales, sin eliminarlas, en la comunidad de un fin, que da sentido común tanto al hombre, sujeto de la historia, como a su vida 591. El fin tiene un doble significado para el cristianismo: 1) «La muerte y la trascendencia para cada existente individual». 2) «El término de la historia universal, la 'consumación de los si– glos'» 592. El fin (término) cualifica tanto la existencia individual como la his– toria universal. No se trata de una causalidad externa, sobreañadida a ambas realidades, sino inherente a las mismas, con lo que la muerte o tér– mino se convierte en factor vital de la comunidad. Toda la acción humana 588 Cf. BC 205, 206, 218. 589 Ibid. 590 Cuando E. Nícol habla del cristianismo, no sólo entiende lo que pudiéramos denominar revelación bíblica sino que incluye también en .el término de cdstianismo el desarrollo doctrinal que llega hasta la Edad Media inclusive. Ciertamente, la historia no fue un objeto específico o tema de estudio de tal ¡pensamiento, en su conjunto. También el pensamiento cristiano está vinculado a la teología, a la creencia. E. Nícol usa los con– ceptos cristianos en tanto que «filosóficos», llegando a hablar de un «historicismo cris– tiano» (cf. PC 205, 208, 211-12, 219). Según E. Nícol, el pensamiento griego ya había señalado la comunidad ontológica (condición teórica necesaria para una comunidad universal). Pero no había sacado de tal comunidad ontológica una comunidad histórica, existencial. Se reconocía la igualdad en el ser (esencia) y la diferencia ~irreductible a una unidad de proceso- en el obrar (exis– tencia). Por ello, tanto la existencia de los hombres, como la de los pueblos y culturas, eran modalidades inconfundibles, aisladas, diversas, imposibles de reducir a una comu– nidad real. Ante este hecho, los griegos habrían usado la curiosidad intelectual como medio de «comprensión his-tórica->. La idea de la fugacidad de las cosas, presente en la sabiduría clásica, tampoco sería un signo de historicidad. Porque la fugacidad no es la mutación o cambio, La esencia sigue siendo inalterable en cada ente (cf, PC 204-6, 213). 591 E. Nicol insiste en las palabras gue hemos subrayado -sentido común~ porque sin ese fundamento no hay solidaridad ni universalidad en la historia. Al mismo tiempo, hay que tener presente que tal sentido común no puede ser un ideal de unidad. Solidaridad y universalidad no ·significan ni equivalen a unidad sino que son interdepen– dencia, solidaridad, etc., de los actos humanos, estén acordes entre sí o se opongan. Al ser el sujeto de la historia el hombre y su vida, en tanto que humana, con su sentido común se superan o traspasan todas las fronteras de las historias particulares (,políticas, culturales, religiosas, nacionales, etc.) (cf. PC 207-8). 592 PC 208.
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