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174 · MANUEL GONZALEZ GARCIA y genuina motivación sólo pueden expresar, en nivel existencial, la ontológica fraternidad universal de los hombres. Estas son puras obras de paz, hasta donde es posible que las obras humanas sean 'puras'» 5 0 4 _ . 5. EL ADVENIMIENTO DE LA CONCIENCIA HISTORICA El presente apartado tiene su justificación en la obra de E. Nícol. Si bien puede dar Ja impresión de que es un simple repaso histórico más o menos crítico; de ninguna manera puede reducirse a simple recuerdo, infor– mación o comprensión del pasado. En el pensamiento de E. Nicol, como ya hemos visto en la antropología, «cada nueva idea del hombre representa una nueva modalidad de su existencia» 585 • Y seguir el proceso de la apa– rición de la conciencia histórica, aunque tal conciencia explícita (valga la redundancia) no sea necesaria para la existencia real de la historicidad, es una aventura que conduce hasta la madurez del hombre en medio de avances y retrocesos. E. Nícol divide la historia en dos grandes etapas, aunque sin señalar cronología precisa alguna: 1) La prehistoria de la historicidad, la etapa más larga. En ella el hombre ha vivido la historicidad, aunque sin tener conciencia de la misma. 2) La etapa de la concencia explícita de la historicidad, que sería muy corta y reciente 586 • An.tes de adentrarnos en el recorrido histórico es preciso señalar, de nuevo, los presupuestos que E. Nícol, considera imprescindibles para que se dé auténtico «sentido histórico» y que fueron expuestos al hablar de la causalidad histórica. Tales presupuestos son: 1) Presupuesto ontológico Todos los individuos de una especie, en este caso los hombres, hari de formar una comunidad. Por encima de las personalidades individuale~, la ~<especie» ha de manifestar la real comunidad universal de los individuos 587 • 2) Presupuesto óntico Las variadas acciones humanas, las diferentes formas de ser, se articulan 584 PC 293. 585 Cf. PC 204. E. Nícol recuerda que las «ideas del hombre» lo alteran en su ser. No se trata de un simple conocimiento como información. Mientras que, por ejem– plo, el conocimiento de la circulación de la sangre por las venas no altera la función, en el caso de las ideas que el hombre tiene de sí mismo, no sucede .igual: «Aquí, por el contrario, los .pensamientos alteran lo pensado, porque el objeto es el sujeto mismo de su propio pensamiento, y éste es un objeto maleable, susceptible al influjo de unos pensamientos que son como las «ideas-fuerza» de que hablaba Fouillée» (PC 218). 586 a. PC 204, 206. 587 Cf. PC 191, 205, 211, 214.

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