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170 MANUEL GONZALEZ GARCIA de no caer en utopías fácilmente criticables, es preciso distinguir dos ám– bitos: 1) El ontolójco: que es el de fundamento y constitución, el de las genuinas y últimas vocación y motivación del hombre, el de la integración. 2) El óntico o existencial: en el que tienen lugar las posibles discor– dias y concordias, la variada relación intersubjetiva, la contingencia y· 1a .posibilidad, las diferencias 572•. Teniendo siempre presentes estos ámbitos con lo que ellos mismos significan de motivación última y de realización positiva o negativa de ideales, E. Nícol concluye con estas ideas: a) Dada la insuficiencia ontológica entre el yo y el tú (y, por tanto, su mutua necesidad), la comunicación no es un problema a nivel ontoló– gico. La comunicación no sólo es posible sino necesaria, «porque el uno y el otro constituyen una unidad, y esta unidad, a su vez, es constitutiva del mundo» 573. Por eso, la mundanidad es ca-operación y nunca fruto de yoes soli– tarios. En fa búsqueda irrenunciable de suficiencia, cada yo se expresa en el ejercicio de su libertad y con ello acrecienta el ser. Así encuentran aclaración frases lapidarias de E. Nícol que, fuera de su contexto, resultan casi ininteligibles: La historia es dialéctica y diálogo; La historia es ex– presión; La historia es libertad; etc. b) La historia universal puede ser considerada externa o internamente. Externamente consistiría en seguir el curso fáctico o contingente de al– gunas actividades (política, economía, etc.), en las que parece más bien reflejarse· la discordia, la lucha, a causa de su pertenencia al orden exis~ tendal. La historia, para ser auténticamente universal, ha de mirar las causas fundamentales, la comunidad ontológica, en donde «el curso histórico presenta los caracteres de unidad y universalidad, de interdependencia y solidaridad, que son propios de .unas acciones que se desarrollan 'en familia', sea cual sea su sentido. La comunidad es la hermandad ontológica, no es la discordia existencial» 574 • 572 Cf. PC 290-93 en donde se qponen las conclusiones que indicamos a con– tinuación. 573 PC 290. 574 PC 291. En otro lugar de esta misma obra, y hablando de la historia de la ciencia, alude también a esa concepción externa o interna de la historia. Allí señala estas características: 1) Para la historia externa: a) El tiem¡po es empleado sólo para fijar la cronología de los hechos, de los descu– brimientos, de las teorías, etc. Se trataría de una temporalidad externa, como una indi- cación topográfica. . b) El curso histórico es considerado como un progreso, en el que se van acumu– lando progreyivamente las verdades. La discontinuidad que supondría el error se cancela con la verdad que lo elimina. La conexión entre las verdades que se suceden es como la relación de lo perfecto con lo imperfecto. Cada nueva verdad cancela la anterior. Sólo
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