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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 169 Con la determinación e interdependencia de los términos de la acción; así como de los factores de la acción, E. Nícol cree disponer del instru– mento necesario para explicar qué sea el hombre histórico. Pues dispo– nemos de: 1) Una estructura, constituida por los tres términos y los tres fac– tores de la acción (lo divino, lo humano, la naturaleza; la necesidad, la libertad, el azar), que son la «forma» o el marco del obrar humano, que, de otro modo, no podría ser historiado por informe. 2) Una modalidad o relación cambiante. Si no se diera este cambio, sólo tendríamos uniformidad y entraríamos en el campo de lo ahistórico 570 . Expresando esto mismo con otros términos, E. Nicol define su con– cepción histórica del hombre como una teoría de la relatividad. En ella hay «una constante de relatividad» o interdependencia de elementos fijos numéricamente y, al mismo tiempo, «el individuo es como un centro móvil de relaciones que irradian de él o se dirigen hacia él. .. », variando, ante los distintos términos, no sólo la disposición central de uno a otro sujeto sino también la de un mismo sujeto según su situación. · Con lo cual, el hombre se explica «en y por sus relaciones actuales» 571 • Para E. Nícol, los términos de la acción tienen un doble valor: dia– léctico y ontológico-histórico. Valor dialéctico en cuanto el proceso de individuación separa en primer lugar y luego reúne. Separa, porque, me– diante la individuación, la experiencia inicial no diversificada. se diferencia en el yo y el no-yo (lo divino, la naturaleza y lo humano). Y reúne, en cuanto luego esos tres términos son objeto de un acrecentamiento y una expansión vital. No hay simple alteridad de términos en el caso del hombre. Valor ontológico, porque las ideas que el hombre ha tenido de sí mismo a lo largo de la historia revelan «modos» de ser. Valor histórico, y no un mero análisis historiográfico de las sucesivas ideas del hombre, porque la trayectoria temporal del hombre no tiene lugar en un espacio neutro, sino ,en un ambiente vital que nutre, sostiene y cualifica a su ser. La exposición de la causalidad histórica es completada por E. Nícol con unas conclusiones sobre la historia, en las que se aclara, sobre todo, el fundamento, el sentido y el sujeto de la historia universal. Pero, a fin humana, se produce otro proceso inverso de acrecentamiento, expansión vital, desbor– damiento. 570 IH 47-48. 571 ih 19. En el caso del hombre, la teoría de la relatividad admite que aquél tiene una dotación de ser propia que lo separa, como algo originario y constitutivo, de los otros seres. Pero, en tal teoría de la relatividad, no está determinado cómo han de ser las rela– ciones entre los distintos términos de la acción ni. la apropiación de las relaciones en las variantes individuales. También habría que tener en cuenta que, en los distintos ,pasaj,es de La idea del hombre que estamos analizando, E. Nícol repite una y otra vez el epíteto «vital», lo cual remite a su obra Psicología de las Situaciones Vitales para una adecuada comprensión del término. Puede verse M. González García, 'El hombre y la historia en Eduardo Nícol', en Natu– raleza y Gracia XXXIII (1986) 453-92. 12

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