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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL l5. sonal ·de Setra Hunter sino principalmente. en su actuación como profesor, decano y rector de la Universidad; así como en toda su vida como maestro de. filosofia: «una obediencia implícita al deber del filósofo de ser objetivo, de estudiar y de explicar .con fidelidad todas las doctrinas» 17. . · Torras y Bages, junto con·Maragall, ejerció una «influencia espiritual». Si bien E. Nícol califica la de Torras y Bages como de «religiosa», y la de Maragall c<;>mo de «literaria», también señala .que no se limitaba a esos cam– pos sino .que. era, sobre todo, acci6n de presencia, <<una acción que dejaba libertad a los demás para programar sus propias acciones, sin necesidad de aceptar el programa ya hecho de unas ideas, o de inclinarse ante unas normas precisas» 1 ª, resaltando, en la actuación de ambos personajes, el ceder el paso a las ideas y a quienes .las compartiesen o no. Todo un gesto de «elegancia moral». · En la descripción ·de la «Escuela de Barcelona» no falta la referenci~ a su evolución personal y a la toma de conciencia que fue udquiriendo de su condición de miembro de tal «escuela». «Fue por obra de azar --o de afinidad electiva; si así cabe decirlo, más poéticamente- que yo pude recoger desde niño, sin esperar los estudios superiores, los frutos de· esa tradición. Ya en el ambiente de la escuela pri– maria, y sobre todo por la enseñanza de ese gran maestro que era y es todavía Pedro Vergés, llegué a familiarizarme con los nombres de los ptQCeres y, hasta donde lo permitía mi puetil inteligencia, con ·sus obras. Tendría once años, creo, cuando intenté por vez primera leer la Filoso/la crítica del gran biólogo Ramón Turró, en una edición de cubiertas rojas que teníamos en la pequeña biblioteca de la clase» 19. El contacto con esta ·tradición marcará profundamente a E. Nícol. Lo dice él mismo con claridad al hablar del sentido que tenía la lectura de las obras de «nuestros pensadores medievales»: «Por esto, todavía hoy, la lectura de aquellos autores medievales es evocadora de un estilo vital y está para nosotros voltada de records i de minúcies, como dijo el poeta Guerau de Liost. Es decir, que esa lectura nos trae a la mente ideas o conceptos, cuanto evoca– ciones íntimas, fragmentos de vida propia, rasgos del ser común» 20 • 4. BIBLIOGRAFIA La presente bibliografía consta de dos partes. En la primera recogemos todos los escritos de E. Nícol de los que hemos tenido noticia, directa o indirectamente. 17 Op. cit., 181. 18 Op. cit., 178-88. En la influencia de tradici6n re.l.Wosa E. Nícol coloca .tam– bién los nombres del P. Miguel d'Esplugues y el can6nigo Card6 •(op, cit., 188). 19 Op. cit., 189. 20 Op. cit., 195.

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