BCCCAP00000000000000000001097

EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 167 El primer paso del hombre pre-histórico o pre-hombre hacia la indi– viduación es la constitución de unidades comunitarias y, como consecuencia, la formación del «mundo». Este, en la idea de E. Nícol, es «una manera de estar en la realidad»: «Siempre estamos en la realidad, pero nuestro modo de ser es variable. El mundo es una realidad humana inserta en la realidad universal, como aportación nuestra: el hombre crea su mundo, y este término expresa la unidad de sentido de unas relaciones establecidas con lo real» 5 0 1 • Pero la formación del mundo es una relación exterior, inexplicable si no se acepta, paralelamente, una «relación del yo consigo mismo», un «mundo privado», que revierte sobre el exterior mediante formas de ex– presión verbal, como son la poesía y la sapiencia 562. Este hombre, que inicia su camino histórico, se encuentra ahora vin– culado comunitariamente sin más. Lo religioso e~ un componente más de tal vinculación. El hombre se encuentra inmerso religiosamente en la rea– lidad, sin que exista distinción entre lo real y lo divino 56 3 . Pero el hombre, en el encuentro de sí mismo, da un segundo paso histórico al acceder la religiosidad a la intimidad. Es el momento en que se inicia la auténtica religación con la divinidad. Tal paso se da en las creencias, en las que lo divino se objetiva y, mediante la formulación verbal «yo creo», lo divino se convierte en objeto de creencia. Es cierto que este término de relación, lo divino, se presenta inicial– mente como algo comunitario (una creencia común, participación comuni– taria de una realidad común), pero el individuo va viendo en la religión objetivada, algo definido en la creencia, un término de relación indivi– dual 564, E. Nícol sitúa en este punto la individualización de los términos de la acción y su consolidación en sistemas y ámbitos de sentido, junto con los conflictos entre ellos y las modalidades de relación que van a confi– gurar históricamente la individualidad humana. Hasta este momento, religión y política, vida religiosa y organización social estaban unidas de manera indiferenciada. Ahora, diversificadas, pueden crear un conflicto en la intimidad del hombre a través del posible enfren– tamiento entre el principio legal o regulación política de la comunidad y el principio moral o dictado de la conciencia moral. Se impone, por ello, 561 ih 113-14. 562 ih 114. 563 E. Nícol escribe a este propósito: «En los orígenes, la actividad religiosa no implica una toma de posid6n ante 1o divino... el hombre no tiene re1igi6n; está en la religión, ¡porqu~ lo ,divino está en todas partes de esa realidad en que el hombre 1 ~e encuentra... El primitivo no está religado a la divinidad; está religado a todo religiosa– mente» (ih 114). 564 ih 115.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz