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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 165 pues se trata de una potencia de ser que se manifiesta en la decisión (no es una facultad que opere regularmente). Tal potencia implica alternativa de posibilidades que es ofrecida por la naturaleza, cuyo régimen de nece– sidad es, al mismo tiempo, oportunidad. Frente a la inalterabilidad de la naturaleza, el hombre opera Hbre, dialécticamertte, aprovechando las opor– tunidades 553. Por ello, la libertad sola tampoco explica la historia. Aquí es donde podemos recordar la calificación de «compleja» y de «modalmente variable» dada por E. Nicol a la causalidad histórica 5 5 4 • Sólo el entramado de los tres factores de la ación (la necesidad, el azar, la libertad), da origen a la historia 555 . La razón del acto histórico se halla en la libertad, cuando se integra con la necesidad y el azar. Sin embargo, el régimen causal. está constituido por la libertad y la necesidad natural, mientras que el azar es sólo factor de acción. La clave del proceso se encuentra en la relación dialéctica entre la causalidad natural y la causalidad eficiente de la libertad. La primera ofreciendo posibilidades en su regularidad; la libertad decidiendo como potencia afincada en un ser ontológicamente libre. Y entonces, el cam– bio, gestado libremente en la variable oferta presentada por fa naturaleza, nace como fruto de una variación en los modos de relación que el hombre tiene consigo mismo y con lo que no es él. Teniendo bien presente que tal causalidad no es sólo externa al hombre, no se trata de simples pro– ductos, sino de un ser que, al actuar, revierte sobre sí mismo, siendo, a la vez, causante o constituyente y paciente de la acción. Ni la necesidad ni el azar cambian Ios fenómenos naturales en proceso histórico. Se ne– cesita la libertad, que escapa a la predeterminación de la naturaleza y puede relacionarse con ella sin anular su régimen causal necesario. Por eso, podemos decir que la libertad es un sobre-natural. Los tres factores de la acción intervienen siempre en la misma, aunque con distinta proporción en cada acto, conducta individual o situación his– tórica. Por tanto, el producto es el indicio de unos factores de acción y de una forma constitutiva (quizá sea mejor decir constituyente) del actor. Una vez integrados los tres factores en un acto, persisten en el destino de la obra creada, aunque sus efectos dependan de la disposición del reci– piente, siendo en la naturaleza tal disposición cuantificable y en el '.hombre cualitativa. El azar, por su parte, no rompe el orden natural. Y, respecto del orden humano, tampoco destruye estrictamente el orden ontológico. Lo que hace es favorecer, frustrar o facilitar los proyectos. litar a la razón para que resolviera en unidad los términos que ella misma había conce– bido como incompatibles» (ih 48). 553 Cf. ih 32, 35-36, 45, 47-48, 103-4. 554 ih 32, 35-36. 555 Cf. ih 55, 83, 94, 103-4.

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