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164 MANUEL GONZALEZ GARCIA los unifica por alguna modalidad funcional. En cambio, el azar en la vida es siempre un fenómeno individualizado» 547. Pero, teniendo en cuenta que nada sucede sin una causa determinada, es preciso integrar el azar, a pesar de su aparente irracionalidad e inde– terminación, en el régimen de la causalidad, que nunca se suspende. La explicación del azar, en este punto, sería ésta: «Lo que se pue9-e anticipar es el efecto típico de éada causa; lo que no se puede anticipar siempre es la confluencia de varias causas. Y esto es io decisivo, porque el azar no es nunca el efecto de una sola causa, y ninguna de las que concurren en la producción del hecho azaroso altera su efectividad determinada. No hay accidentes en el otden causal. El accidente no consiste sino en la ocasión que reúne inopinadamente varias causas. Esta confluencia no está preordenada» 548 . El azar, sea solo, sea en combinación con la necesidad, tampoco puede explicar la historia 549. Para E. Nícol, la existencia de la libertad no es un problema. Se demuestra su existencia por la prueba de la auto-conciencia: cada uno se siente responsable de sus actos; existe titubeo ante las alternativas que se nos ofrecen en la vida; las decisiones que tomamos se hacen efectivas; etc. Y también se prueba tal existencia por la contingencia interna y entitativa del hombre 550. El problema que presenta la libertad consiste en establecer su deli– mitación. Una primera afirmación sobre ella es que una libertad incondicionada, absolutamente indeterminada, sería irracional y tampoco serviría para ex– plicar la historia. A este propósito afirma E. Nícol: «La historia, se ha dicho, es la hazaña de la libertad... Que la historia es libertad significa que en ella se despliega un poder de acción inconfundible con las fuerzas naturales. Pero la acción no es resultado de la pura libertad» 551 • Aunque, por otra parte, la libertad es causa de indeterminación, si bien no como el azar. La acción humana es imprevisible en la dimensión de la libertad, porque ella es manifestación de una constante humana no reducfüle a fórmula. Sin embargo, esta imposibilidad de ser reducida a «determinación» no anula la racionalidad del acto humano generado por la libertad, ya que es la forma del ser del hombre la que da origen al acto ·libre. Este se explicaría por la unidad dinámica de libertad y nece~ sidad 5 52 • Propiamente, más que de libertad habría que hablar de ser «libre», 547 ih 97. 548 ih 90. 549 Cf. ih 30, 32, 33, 49, 55, 61-62, 89-90, 94, 97, 103. 550 ih 60. 551 ih 4:5. 552 Mediante esta unidad dinámica de necesidad y libertad, E. Nícol cree que temiina con la falla lógica que existía en la explicación de ambas: «Era menester habi-
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