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162 MANUEL GONZALEZ GARCIA es que se halla en un nivel ontológico superior al de los demás entes natu– rales, ya que es capaz de hacer un uso libre (aunque variable en el grado de libertad atendiendo a cada caso) de lo que le es dado como necesi– dad sae. El hombre no se crea a sí mismo desde la nada, sino desde la he– rencia que ha recibido tanto biológica como culturalmente 540 • Pero la herencia no explica totalmente la acción, que incluye una renovación o innováción, ya que «el hombre se renueva a sí mismo haciendo algo distinto de lo que hizo antes, o haciendo lo mismo de ma– nera diferente» 541, En tal renovación, la estructura de los términos de la acci6n y los factores de la acci6n unifican y formalizan las acciones hu– manas. Pero la forma constitutiva del actor, según hemos i.nclicado ante– riormente, no es estática, sino dinámica. Entonces, la diversa proporción con que aparecen los factores de la acción explica el resultado .existencial en los diversos individuos. La acción es más visible en lo externo. Pero la exterioridad del acto no es comprensible sin el proceso interno del mismo actor que cambia en la acción: «Las ciencias particulares son posibles, sin recurrir al concepto de esencia. Ellas se atienen al principio implícito de que todo cambia, menos la ley que rige el cambio. De parecido modo, en la ontología del hombre, lo que se sustrae al cambio, y permite comprenderlo, es la forma como se produce, y esto quiere decir: la forma de ser de un ente que cambia su propio ser en la acci6n» 542 • Los términos y los factores de la acción, junto con la trama de la existencia humana, establecen un orden regular, aunque luego se dé va- 539 Escribe así sobre este tema: <-1La sumisión no cambia nunca: esto es necesidad. La libertad es la razón del cambio en los modos de la sumisión. Libertad. y necesidad no se disputan el dominio del hombre, sino que se conjugan la una con la otra· como factores de acción. Los cambios personales e históricos no afectan a la regularidad de las causas naturales. Pero el hombre se aprovecha de la misma constancia uniforme del orden natural para obtener de la naturaleza lo que ésta es incapaz de ofrecer por sí sola» (ih 36). 540 La combinación de la herencia o dotación orgánica y psíquica con la herencia del pasado forman lo que denomina E. Nicol «una especie de clave genética para el futuro» (ih 40). 541 ih 40. Cf. también 25, 29-30, 37. 542 ih 41. Desde la forma de ser y el cambio del propio ser pueden interpretarse las «ideas» del hombre a lo largo de la historia. Tales ideas son «actos del ser humano», en los que él ofrece una declaración de su mismidad. Por eso, las «ideas» del hombre se CJq,lican en una «teoría» del hombre. En E. Nícol, las «ideaSn encierran en sí lo histó– rico y lo ontol6gico. Teniendo esto en cuenta, podemos entender mejor las primeras líneas de ih: «Preguntamos ·qué es el hombre, y nos llegan de la historia innumerables respuestas. El hombre expresa su ser, y lo transforma al ex¡presarlo. En cada momento es capaz de ofrecer al.iruna peculiaridad .que; siendo inesperada, es al mismo tiempo con– gruente con su ser, Ninguna definición o idea del hombre es completa, pero tampoco es completamente errónea: todas son de alguna manera definitivas, pues cada una realza un cierto rasgo distintivo» (p. 11). Para la explicación que hemos dado en el texto pueden verse ih 31-44, 102-9; CRS 107-10.

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