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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NlCOL 161 porque su ser no·· está completo, ni puede completamente conocerse, en la pura determinación óntica de su individualidad. Su necesidad de ser con el otro no es sociológica, sino metafísica. El otro es la mitad de su ser propio, la cual le permite ser lo que es, individual– mente, porque empieza por permitirle conocer lo que no es él» 5 3 5 • 2.-Los factores de la acción Para explicar la causalidad histórica, es preciso adentrarse en la misma acción humana y considerar sus factores. E. Nícol los describió inicialmente en Psicología de las Situaciones Vitales. En La idea del hombre encon– tramos esta breve y compendiada definición: «El azar es contingencia, en su forma no constitutiva, sino adventicia y externa; el destino es necesidad en las dos formas de su determinación: interna y externa; el carácter es libertad: la obra del hombre consigo mismo» 536. Estos tres elementos (azar, destino, libertad) forman la fraina de la acción. Esta «es organización de unos fines y de unos medios que producen variaciones en el horizonte histórico» 537_ ¿Cómo son esas variaciones? Una primera mirada al hombre nos muestra que, por una parte, tiene un comportamiento natural (apariencia física; funciones orgánicas), que per– manece básicamente incambiable. Por otra, tiene un cierto poder de deci– sión, manifiesto en la evolución de la cultura, que no puede atribuirse a una causa meramente orgánica. Encontramos, entonces, un dato permanente, inmutable (la naturaleza) y otro cambiante: la relación del hombre ~on la naturaleza, cuya continuidad o enlace (aunque cambiante) sólo es per– cibido a través del tiempo. Así, pues, será preciso determinar una causa tanto para las variaciones naturales como para las variaciones vitales. Estas últimas suponen, en el hombre, «una capacidad de constante renovación» 538 • Si el hombre ha pasado por distintos modos de relación con la naturaleza, 535 ME 203-4. Cf. 'The return to Metaphysics', en Philosophy and Phenomeno– logical Research 12 (1961) 38-39; 'Vocation et liberté', en Revue de l'Université de Bruxelles 12 (1959-60} 387-88. Una exposición del hombre como ser simbólico y las relaciones simbólicas se halla en ME 349 ss. y me 227 ss. Intimamente unido a la condición simbólica del hombre se encuentra el problema de la intercomunicación. Esta ha sido perturbada por el inadecuado em¡pleo de algµnos conceptos, como el de cuerpo. E. Nícol lo revisa en su estudio 'El falso problema de la intercomunicación', en Giornale di Metafísica 13 (1958) 175-94. Las ideas expuestas en esta revista son ampliación de lo que había escrito anteriormente en ME 230 ss. y que luego retocó para la nueva versión de la misma (Cf. me 141 ss.). 536 ih 30, nota 2. Cf. ME 235-36; ORS 90. 537 ih 41. 538 ih 35. Uno de los puntos que indica E. Nícol, y que puede ayudar a distinguir entre la variación natural y la capacidad de renovación constante, es la consideración de las necesidades del cuerpo, naturales, uniformes, invariables y las necesidádes del hombre, que pertenecen a la existencia (no, como en el caso anterior, a la subsistencia). De aquí también que la historia sea «proceso existencial» (cf. ih 34). 11
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