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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 157 otras dimensiones nuevas, para cuya comprensión es un camino de acerca– miento la contingencia de los seres orgánicos. Estos, si bien se afirman internamente (son), evolucionan, aunque no sea el sujeto del proceso el individuo sino la especie. Entonces, la relación de alteridad ya no atiende sólo a dos entes de distinta especie, sino que hay también una relación entre lo que fue antes este ente y lo que es ahora. Aplicando estos principios al hombre, hemos de señalar, primeramente, que n.o puede ser otra cosa que hombre: «La alteridad del 'no ser hombre' es absoluta e inmutable; cualquiera que sea la especie que se confronte con el humano, la diferenciación externa es inmediata y decisiva» 521 . Pero, por otro lado, no tiene determinado el cómo de su es, ya que posee la capacidad proteica de transformarse desde su propio interior, desde su mismidad en una mutación ontogénica producida por el ente individual: «El yo que era antes, y el yo que es ahora, son igualmente propiedad irre– nunciable del yo. No ha cambiado 'lo que es', ni específica ni individual– mente; sólo ha cambiado el 'cómo es'» 522, De esta manera la contingencia del hombre se redobla,. porque: - Participa de la necesidad de ser lo que es forzosamente y no ser lo que no es. - Su modalidad específica no es forzosa, uniforme, ni está deter– minada de antemano. Su contingencia es libertad. Hablando en otro lugar de esta contingencia unida a la Hbertad, afirma: «El no ser es una alternativa abandonada por el ser ( del ente)» 523 • Con ello, enuncia el modo propio como se produce en el hombre la «alte– ración». En el mundo humano no se da la simple mutación, sino que la presencia de la libertad convierte el no ser en una alternativa «abando– nada», en una renuncia. En el caso de los entes no humanos, la mutación es adventicia; en el hombre es interna.. Gráficamente lo dice E. Nícol.: «El mineral de hierro puede transformarse en llave, en escudo, en espada o en hebilla. El hombre se transforma en el curso de la his– toria, y hasta en el curso individual de su biografía, pero sigue siendo hombre en un sentido ontológico distinto del sentido en que se dice que todos aquellos objetos son de hierro. Las posibilidades del hierro no son equiparables a las posibilidades del hombre, pues el hombre es, por su ser mismo, ser posible. Su posibilidad es interna, no ad– venticia» 524 . Se trata, entonces, de que el hombre elige su forma de existencia alternativamente, es decir,. que escoger una posibilidad es. dejar otras posi– bilidades, las cuales se integran en la realización de sw ser como no ser. 521 PC 286. 522 PC 286-87; 523 PC 349. 524 Ibid.
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