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154 MANUEL GONZALEZ GARCIA bre la temporalidad tiene una estructura dialéctica en la que sus compo– nentes son el pasado, el presente y el futuro, sin que puedan definirse tales componentes como los clásicos momentos de tesis, antítesis y síntesis. Sólo se vive en el presente, pero en él se engarzan dialécticamente el pasado y el futuro. Cuando, en la naturaleza, el presente cancela, sin más, el pasado 509, en los hombres el pasado se halla incluido en el presente como un compo– nente real, operante (no un mero recuerdo) a través de la adopción vital, que ha de ser interpretada más como diálogo y comunicación que como simple aceptación 510 • El presente recibe el legado del pasado como «con– tinuidad consciente por debajo de las muertes individuales» 511 y así la historicidad se abre al futuro, que no es la muerte sino la supervivencia. Pero el presente carece de plenitud vital y de ahí que esté abierto hacia el futuro, en una tensión permanente, al no tener una seguridad pre– determinada. El futuro se inscribe en el presente: - Como posibilidad no actualizada en concreto. Luego no está con– tenido actualmente en el presente. - Como necesidad intrínseca de una posibilidad indeterminada. Luego no es determinable necesariamente desde el presente. Por eso, en la historia está vigente el principio de indeterminación que es causal y racional: el hombre obra en el presente, pero la presencia del pasado y, sobre todo, del futuro aportan unas posibilidades, la gesta– ción de unas innovaciones no previsibles 512. h) LA CAUSALIDAD HISTORICA La causalidad histórica es, para E. Nícol, una realidad compleja para cuya comprensión es preciso tener en cuenta los siguientes elementos, 1) .La trama de la existencia humana constituida ,por la necesidad o naturaleza, la libertad y la contingencia. 2) Los factores de la acción humana, que son la necesidad, la libertad y el azar. 3) Los términos de la acción, es decir, lo divino, lo humano, la na– turaleza. 509 PC 278-79. 510 «La historia es un diálogo. Sin comunicación no hay transmisión. El sentido de una obra pasada se comprende porque no pasó, sino que está presente todavía. Pero la recepción del pasado no es pasiva, no es total, no es enteramente forzosa: es en parte forzosa, en parte selectiva, en parte accidental, como lo es la existencia humana misma, y como toda forma de comprensión o de comunicación dialógica» (PC 280). 511 PC 198, nota 3. 512 Cf. PC 198, 278-79.

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