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140 MANUEL GONZALEZ GARCIA factor absoluto, insuperable, de limitación. Nuestra praxis sobrenatural con– siste en «convertir la tierra en sede del mundo» 451. La espacialidad y la temporalidad humanas encuentran paralelo mun– dano en la tierra como espacio y en la transformación de la misma por la praxis como tiempo. En la transformación se unen espacio y tiempo mun– danos. Ya no se trata, entonces, de una tierra amorfa, sino de un espacio ordenado por la praxis del hombre, en donde espacio y tiempo se conjugan en una limitación temporal, en una tradición que se hereda, etc. Siempre, en la mundanidad, nos encontramos con espacios y tiempos cualificados: «El hombre se incorpora al orden de la realidad universal de una ma– nera que también lo distingue ontológicamente de cualquier otro ente nacido. Ocupa desde luego un lugar cualificado: el mundo en que nace lo acoge, y le impone unos modos de ser que configuran su existencia futura. Con el nacimiento nace una participación mundana, delimitada por un aquí territorial y un ahora histórico que son preexistentes y comunes. Así, desde el acto genético, se fija el contorno del ámbito de solidaridad mundana» 452. La mundanidad tiene características que E. Nícol no duda en calificar de «realidad biológica». Así, su crecimiento, su coherencia interna dinámica que es fruto de quienes tienen en el mundo su situación vital. Lo que revela, al mismo tiempo, su complejidad, derivada de múltiples hombres que se encuentran en el mundo, de sus respectivas situaciones vitales cambiantes, de la integración y la correlatividad de todas ellas en la unidad que deno– minamos mundo. Al igual que en la historia, la mundanidad tiene fluidez y permanencia. Ser y hacer (potencia) se hallaban en la entraña ontológica del hombre. Igual sucede en el mundo: «Lo histórico tiene duración. Pero la duración presenta dos caras: el cambio dura y lo que cambia perdura. Sin esta permanencia, ¿cómo podríamos apreciar su cambio? Los com-ponentes del mundo, variables en el tiempo, son los que le dan su forma com-pacta o sólida. Munda– nidad es con-solidación. La com-posición es permanente porque es acción siempre renovada: es dinámica en el interior de la integración resul– tante» 453 . En el hombre, la diferencia existencial surgía en la acción, sin que por ello apareciera la soledad ontológica, sino la comprensión de la diferencia. Así también en la mundanidad: 451 RF 129. 452 RF 130. 453 RF 131. De esta concepci6n del mundo se sigue que las transformaciones no tienen lugar sólo con las revoluciones. El mundo se transforma permanentemente (cf. RF 135-36).

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