BCCCAP00000000000000000001097
136 MANUEL GONZALEZ GARCIA es que el hombre presenta una forma de ser irreductible a una diferenciación específica respecto de un género común. Tal forma de ser, propia del hombre, es la expresión: «La expresión es reveladora de la forma de ser-hombre, con una evi– dencia que es primaria, universal y apodíctica: sin duda posible lo que expresa el hombre ante todo es su hombría, su ser-hombre; además, este ser-hombre sólo puede manifestarse en y por la individualidad Irreduc– tible de quien expresa; por esto mismo, la expresión es factor de indi– viduación en cada sujeto expresivo; y en fin, también por las mismas razones, la expresión es constitutiva de relaciones vinculatorias y comu– nitarias» 435 • La expresión varía tanto objetiva como subjetivamente, pero siempre queda como una constante ontológica dicha condición de ser expresivo. En este punto, y acertadamente, recuerda E. Nicol que la expresión es rasgo definitorio, pero no definitivo, ya que, de otro modo, volveríamos a caer en los conceptos tradicionales de esencia, substancia, etc. 436. La expresión sería la forma ontológica común. Y tal forma sólo se da patentemente «en el modo óntico de existencia, individualizado en una expresión concreta» 437. Una cuestión relacionada con la expresión es la de la verdad 438. La definición del hombre como ser de la expresión ofrece una nueva explicación del hombre como «ser de la verdad», ya que el conocimiento también ha de explicarse en dependencia y relación con la expresión. De entrada, es necesario advertir que E. Nícol no plantea el problema de la verdad en los términos tradicionales, como adecuación del entendi– miento de la cosa, sino que sus preguntas fundamentales son: «¿Cómo se producen las verdades? ¿Qué representan ellas antes que nada, en el ser mismo que las formula? ¿Qué forma de ser es la del ente productor de las verdades?» 439 • Y su respuesta conclusiva es: «El hombre es el ser de la verdad porque es el ser de la expresión. La verdad es el modo inherente de existencia en el ser que representa el carácter ontológicamente consti– tutivo de la expresividad» 440. No se trata, pues, de un nivel lógico o epistemológico (es decir, opera– ciones mentales o del ser de lo conocido), sino de un nivel ontológico (es decir, el ser del ente que produce, vive y existe en la verdad). Definir al hombre como ser de la verdad significa simplemente que «tenemos, como 435 Art. cit., 134. Cf. ME 298-99, 304,5. 436 Al ser la .«expresión»_ ,una constante onto~ógi~a, se evitarían. los relati_vislilOli, a pesar de que la m1sm.a expres1oil sea lo menos def1n1t1vo por ser acción evolutiva. Cf. ME 127-28, 224-26. 437 ME 246. 438 Una buena presentación del hombre como «ser de la verdad» puede verse en J. L. Abellán, Filosofía española en América (1936-1966) (Madrid 1%7) 64-71. 439 ME 293. 440 lbid.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz