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132 MANUEL GONZALEZ GARCIA «Como quiera que sea, lo que hasta aquí se ha logrado es descubrir en él [el hombre] que su cambio afecta a su ser en unidad. Y que lo afecta en esa dimensión radical dete11minada por la expresión. Las expre– siones, las palabras, como toda acción y toda obra humana de creación son históricas porque se producen en el ámbito de la espacialidad y 1~ temporalidad, que es el ámbito de la existencia. Por esto hablar es cosa temerosa. Y por esto la metafísica del hombre deberá conducirse como una metafísica de la expresión» 415_ Un primer acercamiento al tema de la expresión tiene lugar en Psicología de las Situaciones Vitales, como lo explicamos en su momento. Entonces se establecía una íntima relación entre situación vital y expresión. Esta mani– festaba el modo de estar en una situación. E. Nícol prefiere hablar de «modo de vibrar en una situación», que se vierte en un movimiento que es expre– sivo de la situación vital y, por ello, tiene sentido 416, Pero, la meta final de E. Nícol no queda reducida al campo de la psico– logía. Aspiraba a una definición ontológica de la «expresión», aunque la filosofía la hubiera relegado t11adicionalmente al campo de los accidentes del ser, de la apariencia, tras la que se escondería el verdadero ser del hombre 417, Por eso, E. Nícol lleva a cabo una nueva fundamentación de la meta– física, ciencia que ha de restituir a las apariencias, a los accidentes, una categoría de auténtico ser. Mientras que para la metafísica tradicional hay dos realidades -la visible que es menos real y la invisible, más real, conocida por el entendimiento-, a las que corresponderían dos clases de conocimiento -la opinión y la ciencia-, nuestro filósofo proclama la exis– tencia una única realidad. Nada hay velado u oculta tras el ser que conoce– mos. Siempre estamos frente al ser. Pero nuestro conocimiento puede hallarse en una «primera vista» o conocimiento precientífico (que nos revela simi– plemente el Ser) y una «segunda vista» (conocimiento científico que penetra metódicamente en el Ser). Esta nueva orientación de la metafísica está explic cada en las dos primeras partes de la Metafísica de la expresión (pp. 15-210), pasando luego, en el resto de la obra, al análisis de la expresión 418 • Cuando comienza el mismo, lo encabeza con una frase evangélica que, si bien en el contexto de la pasión de Jesús, es una confesión pública, solem- 415 VH 132. Algunas indicaciones sobre el hombre como «,ser de la expresión ➔ se hallan en J. Gómez Medina, 'Introducción a Eduardo Nícol', en Estudios 33 (1977) 551-54; A. López Quintas, Filosofía española contemporánea (Madrid 1970) 449-51; P. Laín Entralgo, Teoria y realidad del otro (Madrid 1961) t. 1, 356-57. 416 Cf., por ejemplo, PSV 21, 25, 147-48; ih 16. 417 Cf. ME 45-46; 'Verdad y expresión', en Revue Internationale de Philosophie 16 (1962) 13. 418 Es preciso indicar que el tema de la expresión quizá sea el más conocido de todos los que ha tratado E. Nícol. Como ejemplo baste citar J. Gómez Medina, art. cit., 551-59; J. L. Abellán, op. cit., 58 ss.; C. Harris, 'The Metaphysics of Expression', en Philosophy and Phenomenological Research 24 (1963-64) 268-77; A. López Quintas, op. cit., 449-52. . Por ello, y porque no. es rigurosamente el tell?ª que ?º~ hemos propuesto estudiar, recogemos aquellas indicaciones que nos parecen 1mprescmd1bles para conocer el. tema sin desarrollarlo minuciosamente.

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