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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 123 La estructura o forma del hombre (que vendría a ocupar el lugar equi– valente de la «sustancia» en las teorías sustancialistas), no puede concebirse como esencia o sustancia que estuviera revestida de accidentes. La forma de ser, al funcionar de manera constante, produce modos de existencia indivi– _duales, que son los «modos ónticos reales, concretos, fácticos y fenoménicos de ·la existencia» 383 . Estos modos evolutivos e históricos, a su vez, revelan aquella estructura fundamental o estructura ontológica constitutiva del ser del hombre. Para explicar la revelación de la estructura ontológica en los modos ónticos, E. Nícol recurre a las explicaciones sobre el cuerpo y sus leyes bioló– gicas. Se trata de una analogía clarificadora. El cuerpo humano es siempre el de un mismo sujeto individual. Pero la mismidad hay que radicarla en la forma del ser del cuerpo, no de su materia (conformación externa, aspecto físico, etc.), que cambia por varias razones: metabolismo, renovación celular ... El cuerpo, ontológicamente, tiene una misma estructura funcional y una ley de cambio permanente; ónticamente siempre es distinto. Así, ontológicamente, el ser del hombre tiene una estructura permanente, una forma de ser común, presente siempre y en toda ocasión; ónticamente, encontramos diversidad de modos de ser que afectan al ser mismo en su modo de ser, no en su forma. Esta diversidad se manifiesta en la historia. La mutación en el ser del cue11po, como ya hemos indicado, está pre– determinada por una ley biológica; la del ser del hombre se rige por la libertad entramada con la necesidad y la oportunidad (en terminología nico– liana: carácter, destino y azar) . Como no hay esencias o sustancias revestidas de accidentes, sino sólo «modos ónticas reales, concretos, fácticos, y fenoménicos de existencia», sólo en ellos (no aparte o detrás), podremos encontrar la estructura o forma de ser común. De aquí, que la ontología del hombre siempre verse sobre par– ticularidades, aunque éstas nunca revelen totalmente la riqueza de la estruc– tura ontológica constitutiva del ser del hombre. Estas particularidades habrán de ser examinadas: 1) Fenomenológicamente: pues el hombre siempre se halla en una situación óntica .concreta. 2) Históricamente: ya que el hombre, además de crear productos his– tóricos, es histórico en su ser, «porque es la estructura de un ser de acción, y lo producido eminentemente por la acción es la modalidad óntica del propio ente activo» 38 4. 383 VH 296. Cf. PF 96, 113; 'Vocation et liberté', en Revue de l'Universíté de Bruxelles 12 (1959-60) 385. , . , . 384 VH 297. Para estas explicaciones sobre la estructura ontolog¡ca y ont1ca del hombre, cf. VH 270-71, 296-98, 314°16; ih 37:40,. 43-44; CR? 104-5. _ . No está de más indicar que, en estas explicaciones, E. N1col vuelve a usar el término «absoluto», entendiéndolo en dos sentido~:. . . . a), Absoluto en cuanto «singular», «umco», «1rreproduc1ble». En este sentido, cada individuo, acto o situación son absolutos. . b), Absoluto en cuanto «común», «permanente», que sería la estructura ontológica constitutiva del ser del hombre.

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