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EL HOMBRE Y LA HISTORIA EN EDUARDO NICOL 117 proceder lógico, sino que suponían también, ya en la dimensión metafísica, que en la ·realidad a definir hay una esencia definible. En la nueva definición (El hombre es un ente temporal), la palabra «ente» parece ser el género próximo y, por ello, pertenecer a la ontología. «Temporal», por su parte, sería la diferencia específica, y destruiría precisa– mente la eseticia afirmada en el término anterior, ya que, como esencia, habría de ser intemporal. · «¿Cómo puede entonces concebirse un ente sin esencia? ¿Cómo puede resolverse la cuestión de una forma del ser que consista específicamente en la pura temporalidad?», termina E. Nícol estas primeras observaciones 355. En cuanto al problema de la razón, la primera indicación a tener en cuenta es que el nuevo instrumento del ser que conoce la historia es la memoria 3 56. Y, si la tazón ha de seguir operando con conceptos, estos son formales, vacíos. El cambio universal, la perpetua fluencia de las cosas, no caben en una definición. Con ello, Ja razón se convertiría en un instrumento inútil para el conocimiento. De los elementos integrados en la nueva definición del hombre, el más perturbador es «temporal». Acerca del mismo, y antes de penetrar en su explicación, E. Nícol advierte varias cosas. Primeramente, cuando hablamos de tiempo, hay que tener presente que no se trata de una noción unívoca, que puede aplicarse de idéntica. manera al mundo de lo humano y al resto del universo. A esta gran división en dos partes, le corresponden formas distintas de tiempo. En el mundo que no es humano está vigente el tiempo físico y matemático. El hombre, sin embargo, posee un tiempo propio, histórico, al que. E. Nícol denomina «temporalidad» 3 5 7, Precisamente, la existencia de «formas» en el tiempo abre el camino hacia la comprensión del cambio. Esta comprensión puede nacer de la. fe religiosa (descubrimiento de Dios), de una fuerza irracional (el amor, el ins– tinito, etc.) o de la razón que descubre el ser 358 • La temporalidad del hombre se ofrece en la memoria y en la historia. En la memoria afloraría la temporalidad del hombre individual. La memoria mira al pasado. Pero, corrige E. Nícol, la temporalidad no es el pasado solamente, sino un presente en el que se integran el pasado y el futuro. Las acciones humanas individuales no están desvinculadas, sino integradas en una 355 1H 23. Cf. también VH 29-33. 356 1H 24. 357 IH 24-25. Según esta explicación «temporalidad» e «historicidad»· vendrían a ser lo mismo. Posteriormente, en ih 37, distingue E. Nícol: 1) Temporalidad: nota de toda existencia que cambia. 2) Historicidad: característica del cambio humano, el cual incluye tres elementos: evolución, renovación y proyección. Según esto, tendríamos que separar: a) Tiempo físico-matemático; h) Temporalidad de los seres vivos (en parte del hombre en cuanto tiene un cuerpo que obedece leyes que no son específicamente humanas); c) Historicidad del hombre que tiene una .evolu– ción renovadora y proyectóra (Cf. IH 24-25; ih 37-4~; VH 33-37). · 358 IH 26.

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