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42 Poema del silencio Me crece un árbol ciego hacia dentro, aquí en la sangre, en el cuerpo no, en el alma. Me brota un hombre mudo dentro, aquí en el cuerpo, un hombre ciego, que me llama y que le llamo en vano. No nos oímos, no nos podremos nunca oír. Pero quizás es el tiempo, quizás estamos muy lejos en el tiempo y no nos oímos, no nos podremos nunca oír. Me brota misterioso, aquí en el cuerpo hacia dentro, hacia la sangre, un hombre, un hombre que se llama y que le llamo en vano. No nos oímos, no nos podremos nunca oír. Es el silencio de siempre, el gran silencio. Han sido siempre sueños las palabras. La música olvidada, eterna, por los ríos en la noche derramada. Se ha muerto la nueva sinfonía, se ha muerto entre mis brazos, se ha muerto entre mis brazos alzados en la noche.

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