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Cómo te lo diré, Señor Jesús (Para el padre Bernardo en su partida y siempre) ¡Señor, Señor, y yo no he de saber agradecerlo eternamente! Yo siento en mí la fuerza eterna que en mí vive, como un ángel amigo que hiere y que redime, que vive en mi conciencia, que impele todo el ser hacia la vida. No hubo noche, Señor, no hubo desvío porque son tuyos todos los caminos. Si tú no me tuvieras, si el ángel no velara, yo sé que ya estaría desgajado de Dios este mi ramo blanco del espíritu, y ya por siempre habría en el alma el ángel del llanto. Porque yo soy un niño, yo soy un niño ciego bajo recia marea de una fuerza infinita, que no eres Tú, Señor. Si Tú no me tuvieras... Yo sé que hay una noche que ronda mi cabeza. ¡Si el ángel no velara... ! Yo siento en mí la fuerza eterna que en mí vive, como un ángel amigo que hiere y redime. 39

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