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todavía algunos teólogos, eminentes en su tiempo, que preten– den resucitar las enseñanzas de los antiguos acerca del pecado cometido en día de fiesta. Entre los dominicos podemos citar a Noel Alejandro, a Da– niel Concina y a Juan Vicente Patuzzi. Noel Alejandro, O.P. 0639-1724), ya a fines del siglo XVII, enseña que el pecado mortal quebranta el precepto dominic~l más que cualquiera otra obra corporal que por su naturaleza sea lícita y honesta. Y la razón es que no hay servidumbre más des– graciada que la servidumbre del pecado, según la sentencia del Divino Maestro : qui f acit peccatum, servus est peccati ( I o 8,34). Por consiguiente, todo pecado es obra servil prohibida de modo especial en los días festivos, ya que se opone a la san– tidad del domingo más que las demás obras serviles corporales o manuales. Escuchemos las frases vigorosas de este célebre dominico: « Cum enim nulla sit infelicior et magis exsecranda servitus illa qua horno servit peccato, secundum Christi senten– tiam, Io,8: "qui facit peccatum, servus est peccati", sequitur omne opus peccati esse servile, ideoque prohiberi singulari quo-– dam modo festis diebus utpote maxime repugnans observantiae religiosae restorum » (126 ). Estas ideas defenderá poco más tarde Daniel Concina, O.P. (1687-1756), aunque sin atreverse a afirmar decididamente que el pecado es obra servil. El pecado es ciertamente obra servil, pero la servidumbre no real sino metafórica que produce, engen– dra los mismos efectos perniciosos que las obras mecánicas o corporales. Por lo tanto, el pecado está prohibido en los días de fiesta más gravemente que las demás obras serviles (127). Juan Vicente Patuzzi, O.P. (1700-1769 ), el célebre adversa- , rio de san Alfonso en la cuestión del probabilismo, está ador– nado de las mismas características que sus dos hermanos de hábito, a quienes sigue fielmente en la exposición de la doctri– na del pecado cometido en días de fiesta. Estos tres respetables moralistas son más positivos que especulativos, examinan dete– nidamente los decretos de los concilios diocesanos y regionales y las enseñanzas de los grandes maestros de la Escolástica, y, por lo mismo, no resulta extraño que reproduzcan también su misma doctrina. Patuzzi enseña, ante todo, que el pecado mortal cometido en día de fiesta contrae una nueva malicia de carácter grave (126) ALEXANDER N., Theologia dogmatica et moralis secundum ordinem catechismi Concilii Tridentini, ed.3, Venetiis 1725, t.II , lib.4, cap.5, art.6, reg.5, p.546. (127) CONCINA D., Theologia christiana dogmatico-moralis, Neapoli 1774, t.V, lib.1, diss.2, cap.2, n.13, p.27. 60

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