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obras serviles. Tampoco quebranta ei precepto positivo de santi– ficar los días festivos o el tiempo sagrado; pero se admite, en general, que el pecado se opone al fin del precepto dominical. Sobre esta cuestión trataremos detenidamente en el apar– tado siguiente. IV. - COMO TERMINO LA SENTENCIA DE LOS ANTIGUOS. Dijimos anteriormente que hasta el siglo XVI la corriente común y tradicional enseñó que el pecado mortal cometido en día de fiesta contraía una nueva malicia de carácter grave por quebrantar el precepto de abstenerse de las obras serviles. Ulti– mamente hemos presenciado el origen y desarrollo de una doc– trina y de una mentalidad abiertamente en pugna con lamen– talidad y doctrina de los antiguos. Ahora el lector podría quizá preguntarse: y ¿qué ha sido de la doctrina de los antiguos'? ¿por qué ese abandono tan rápido de las enseñanzas de los SS.Pa– dres, de los grandes maestros del siglo XIII y de los teólogos anteriores al siglo XVI? Esto es lo que pretendemos aclarar en los números si– guientes. l. Explicacwn del cambio de mentalidad. Como acabamos de apreciar, el cambio de mentalidad que se operó en los albores del siglo XVI, es indudablemente brusco y extraordinario. Quizá se podría explicar en parte por una cierta exageración en que incurrieron los teólogos anteriores al enseñar que todo pecado mortal cometido en día de fiesta re– viste una nueva malicia de carácter grave, y tal vez más espe– cialmente por su indecisión al tratar de determinar la fuente u origen de la nueva malicia. Entre los motivos extrínsecos, se podría aducir la autoridad de los iniciadores y continuadores de la nueva doctrina, tales como Cayetano, Soto, Navarro, Azor, Suárez y Sánchez. El cambio, por lo demás, aparece ligeramente suavizado si se tiene en cuent1a que no ha desaparecido todavía la sentencia de los antiguos, sino que más bien se ha transformado y alivia- 54

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