BCCCAP00000000000000000001093

Además, algunos pecados se cometen por orniswn; ahora bien, la omisión pecaminosa no puede llamarse propiamente obra servil, ya que ni siquiera es obra. Otro tanto podría decirse de los pecados internos, puesto que el precepto de abstenerse de las obras serviles se refiere únicamente a las obras corporales externas, y no a todas. Por consiguiente, el pecado, por el mero hecho de ser pecado - como lo había indicado muy bien Azor - no puede apellidarse justamente obra servil, porque o no es obra o no es externa, y, si es obra externa, porque en cuanto pecado no es servil en sentido propio y literal ( 94 ). Tampoco pueden atrincherarse los defensores de la sen– tencia contraria diciendo que el pecado quebranta el tercer man– damiento del decálogo por oponerse al fin del precepto, porque es verdad unánimemente admitida por todos los moralistas que el finis praecepti non cadit su,b praecepto ( 95). Suárez concluye su acertada exposición calificando la nue– va doctrina de evidente y practice securissima et vera (96). La nueva doctrina se ha afianzando ya sólidamente. En efecto, mientras en todo el siglo XVI no hemos encontrado ni un solo autor que haya afirmado que el pecado es obra servil contraria al precepto de abstenerse de las obras serviles, en ese mismo tiempo teólogos graves enseñan decididamente la sen– tencia contraria. Y esto explica que los teólogos contemporá– neos y posteriores a Suárez den muy poca importancia y algu– nos lleguen aun a omitir totalmente el problema que vamos es– tudiando. Así, el cardenal san Roberto Belarmino, S.I. 0542-1621 ), sólo en dos ocasiones e incidentalmente toca esta cuestión, en– señando que el pecado es obra servil sólo en sentido metafórico y que, por lo tanto, no cae bajo el precepto de abstenerse de las obras serviles, ya que los preceptos morales deben entenderse en sentido propio y literal (97). De modo muy semejante se expresa también Fernando de Castropalao, S.I. (1581-1633) (98). (94) Ibídem, cap.18, n.6s, p.327. (95) Ibídem, n.8, p.328. (96) Ibídem, n.12, p.329: « Hoc ergo discursu efficaciter satis probatur haec secunda sententia, quae sine dubio est practice securissima et vera». Y más adelante: « In priori ergo quaestione evidens mihi est pars negativa, quam secunda defendit opinio » (ibidcm, p.330). Pero conviene notar que Suárez hace aqui alusión a dos cuestiones. La primera, cuya solución negativa le parece evid&.nte, dice así: << An scilicet, peccare in die festo sit speciale peccatum, directe ac formaliter pugnans cum praecepto de die !esto servando, quatenus prohibet certa quaedam opera» ( ibídem, p.129s). (97) S.R.BELLARMINUS, De controversiis christianae fidei, t.II. , De Ecclesia trium– phante, lib.3, cap.10, p.545ss. (98) DE OASTROPALAO F., Opus morale, pars II, tr.9, disp.un ., punct.9, n.2, p.70, 52

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz