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a los otros dos puntos podemos ya adelantar que los mencio– nados autores van a contribuir muy poco al desarrollo de las ideas expuestas por los maestros de siglo XIII. Más aún, quizá seríamos más exactos si dijéramos que los teólogos de este período van a complicar algo el problema.. En efecto, algunos de estos teólogos parece que insinúan una nueva solución al problema de sí el pecado quebranta el precepto de santificar las fiestas : el pecado estaría prohibido no por el precepto posi– tivo ni tampoco por el negativo, sino más bien por razón del tiempo sagrado. Ya en el primer tercio del siglo XIV nos encontramos con un franciscano anónimo, conocido con el sobrenombre de Aste– sano o Astense (m. 1330), que nos pone en contacto con las en– señanzas de los grandes maestros del siglo XIII. Se podría decir que su exposición está calcada sobre la del Angélico. Al igual que éste, enseña el Astesano la existencia de tres especies de servidumbre y de obras serviles, a saber, religiosas, humanas y pecaminosas. La primera especie no está prohibida en los días festivos, sino más bien preceptuada; las otras dos están prohibidas, porque se oponen a la observancia del sábado, es decir, porque distraen al cristiano del culto divino. Y puesto que las obras serviles pecaminosas distraen del culto divino más que las obras serviles mecánicas o corporales, más que– branta el precepto festivo quien comete un pecado mortal en día de fiesta que el que realiza una obra o trabajo corporal ( 59). El pecado es, pues, una obra (servil) que quebranta el precepto de santificar las fiestas. Más aún, según el Astense, parece claro que el pecado se. dirige contra el precepto nega– tivo, es decir, contra el precepto del descanso o de la absten– ción de las obras serviles. Efectivamente, aquel precepto del Antiguo Testamento non facies omne opus tuum in eo se puede interpretar de dos modos; si se interpreta literalmente, signifi.– ca que el C}'.istiano debe abstenerse de las obras corporales ; pero si se interpreta de modo especiat el descanso de las obras serviles significa el descanso o abstención de los vicios ( 60). No menos claramente que el Astense se expresa su con– temporáneo y también franciscano Nicolás de Lira ( 1270-1349 ). En opinión de Lira, el peeado es la obra servil por antonomasia y la que impide verdaderamente dedicarse al culto divino, y, por lo mismo, está prohibida especialmente. Tanto es así que quien comete un pecado mortal en día de fiesta, por ejemplo, un adul– terio, quebranta no sólo el precepto que prohibe el adulterio, (59) ASTESANUS, Summa astensis, Romae 1728, t.I, lib.1, tit.22, art.4, p.76. (GO) l'/Ji([em, p.75. 41

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