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ca;ché- que están sugiriendo a quien escucha que detrás del texto hubo un fenómeno suficientemente comprensible dentro de lo ma– ravilloso. De modo semejante en las versiones litúrgicas castellana, catalana, portuguesa, inglesa, alemana, neerlandesa. Todas ellas aceptan la territorialidad de las tinieblas, tinieblas que, por otra parte, en ocasiones se reducen a cierta oscuridad por motivo de que el sol se ha eclipsado u ocultado. 3. Tinieblas sin estar ligadas a una realidad física Lohmeyer, en su clásico comentario a Marcos (1937), aparte de dar una profunda explicación de la significatividad del signo, pien– sa: "Si esta oscuridad se cierne 'sobre toda la tierra' o sólo sobre Judea es un asunto que no habría que plantearse, como tampoco habría que intentar explicar esa oscuridad por medio de una na– tural acumulación de nubes" 105 • Lo mismo, y más explícito, E. Schwei– zer en 1983: "Detenerse ante la pregunta de si tal tiniebla era po– sible o no (por ejemplo, como consecuencia de una tempestad de arena) es traicionar el enunciado del texto, y con ello la recta pos– tura para escuchar su mensaje" 106 • Estas palabras breves y !impidas de Schweizer, comenkmdo a Marcos, nos sitúan en un tipo de mentalidad muy diversa de la aparecida en las páginas anteriores. No se trata de solucionar un conflicto entre historia y fe, sino de situarse en la exacta perspec– tiva en que se coloca el texto. Taylor se muestra dubitativo 107 • Los autores que trabajan con tal enfoque, suelen emplear con frecuencia el lenguaje de "leyenda". Rudolph Pesch, en el comentario a Marcos (1977), constata que "las tinieblas se interpretan por lo general como un signo legendario" 108 , sin que el autor, al parecer, tenga que oponer, como principio abso– luto, ·algo a esta posibilidad de interpretac:ión. Mateos-Camacho ha– blan de "figura". Valga la cita del comentario de ambos autores al primer evangelio (1981) como símbolo de lo que pretende el espí– ritu de un modo de exégesis reciente que trata de indagar en la intención profunda de los textos: Que Mt (como Me) quiera registrar un hecho histórico al men– cionar el rasgar,se de la cortina del santuario carece de toda vero- 10s E. Lohmeyer, Das Evangelium nach Mar.kus (KEK; Gottingen 1967, repro– ducción de la de 1937, salvo el cuaderno complementario y algunas indicaciones señaladas) 345. 106 E. Schweizer, Das Evangelium nach Markus (NTD; Gottingen 61983) 194. 101 Gf. v. Taylor, Evangelio según S'. Marcos (Madrid 1980) 718s. 1,os R. Pesch, Das Markusevangelium II (HThK; Freiburg i. Br. 1977) 493. 109 J. Mateas / F. Camacho, El Evangelio de Mateo (Madrid 1981) 276-277. 63
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