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3. La ciencia y la fe El indice de títulos es de por si elocuente; está diciendo al vivo los esfuerzos denodados de los creyentes por conciliar ciencia y fe. Y no son siempre figuras sin renombre, sino sabios de primera ca– tegoría los que tienen tales preocupaciones. Kepler (1571-1630), por ejemplo, que no ha escrito sobre las tinieblas (que sepamos), ha hablado de la estrella de Belén. Su talante de astrónomo no le impide ac.eptar el milagro. La estrella no fue la conjunción de Jú– piter y 'Saturno. "La estrella no era uno de .los eometas comunes o de las nuevas estrellas; un milagro ocasionó especiflcamente aquel fenómeno con movimientos en la,s regiones inferiores del aire" 44 • Revolviendo antiguos documentos, una solución que ciertos auto– res pensaron fue la identiflcación de estas tinieblas con los Anales de China. E,s d·ecir, lo mismo que Flegonte ha testificado unas raras tinieblas, asi en la literatura china se encuentran unos Anales que hablan de misteriosas tinieblas. surgió la polémica, porque los pe– ritos no coincidían en la versión del texto. El asunto lo trató Scho– lander en la tesis arriba mencionada. Allí se nos informa: "A Mü– ller, que publicó un libro singular De Eclipsi Sinica, Regiom. 1718 ( ... ) se opuso Theoph. Sgfr. Bayer. Este defiende no sólo que el eclipse aquel de Ohina precedió un año entero la muerte de Cristo, sino que demuestra que fue un eclipse natural" 4 5. Hemos recordado antes el nombre de Calmet como autor de un trabajo especializado sobre las tinieblas, el afio 1720. Calmet hace un repaso con datos abundantes acerca de lo que se ha pensado sobre las tinieblas. El piensa tener una solución nueva y aceptable sobre la base del latente principio de concordar ciencia y fe. Se trata de las manchas solares. Las manchas solares son un descu– brimiento científico de Galileo en 1610; al parecer, de modo inde– :pendient·e también Fabricius llegaba a las mismas observaciones en una obra De maculis in Sole observatis publicada en 1611. Calmet tiene los nuevos progresos de la ciencia que puede traer al caso. Por tanto, aceptando el testimonio de Flegonte y de Thallos, debemos decir que las tinieblas acaecidas un poco antes de la muerte de Jesucristo, fueron milagrosas en sus causa; que lo que Flegonte tomó por un eclipse era probablemente una costra espe– sa que se formó en el sol, la cual detuvo de tal modo los rayos John: 1) Phlegon examined critically and impartially... 2) Phlegon re-examined..., en su obra: · Miscellaneous Tracts relating to Antiquity... Now carefully revised, and corrected with additions, and collected into one volume, 5 pt. (S. Birt; London 1742). 44 Citado por M. A. Scheech, The Magi and the Star, en F. Olivier / P. Fraen– kel (eds.), Histoire de Z'exégese au XVleme siecle (Geneve 1978) 400. 45 SchoJ.ander, De eclipsi ·solis, 37. 45

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