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Scaliger (t 1609) El humanista de aquel primer siglo de la Reforma, Joseph Jus– tus Scaliger, no queda encuadrado entre los exegetas. El está en la base de la cronografía científica moderna con su obra D'e emen– dattone temporum (1583) 28 • En ella se habla también de las tinie– blas de la Pasión. El admite, como todos los autores del tiempo, la realidad his– tórica del hecho. Es más: admite que el fenómeno ha dejado hue– llas en los autores paganos. Pero, computando que la muerte de Jesús ocurrió el viernes 3 de abril del afio 33 de la era cristiana 29 , astronómicamente no puede admitir que las tinieblas fueran por un eclipse natural de sol, que no lo hubo. Hubo, sin embargo, aquella tarde un eclipse de luna. Acontecieron, pues, aquellas horribles tinieblas fuera del orden de la naturaleza, en el mismo plenilunio, en un día en el que tam– bién, hacia el ocaso del sol, hubo algo de eclipse lunar 30• No dice Scaliger que las tinieblas de la Pasión fueron aquel eclipse de luna. Pero, como esto lo han dicho otros, conviene pre– cisar datos sobre aquel eclipse de luna. Más tarde, por el Canon der Finsternisse del astrónomo Theodor van Oppolzer (1883) se han po– dido puntualizar los detalles. Punto central del eclipse: Nueva Gui– nea; latitud l33º, amplitud -4°; comienzo a las 15,6 (según el horario universal de Greemvich); duración media: 81 minutos; in– tensidad o grado del eclipse 7,1. Datos que, por lo que se refi.eren a Jerusalén, el P. Stein, director de la "Specola Vaticana", los pre– cisaba ulteriormente así: La incidencia en Jerusalén fue de las 15 h. 54 m. a las 18 h. 28 m., notando que el tiempo de aparición de la luna correspondió aquel día a las 18 h. 12 m., es decir, 12 mi– nutos antes de la conclusión del eclipse. Lo que significa que el 3 de abril del año 33, viernes, hubo en Jerusalén un eclipse lunar de 12 minutos, que fue, en todo caso, posterior al tiempo comprendido entre la hora sexta y la hora nona. 28 Acerca de Scaliger véase E. W. Zeeden, Scaliger (Josef Justus), en LThK 9- (1964) 357. 29 Aunque no sea ésta la fecha más defendida como día de la muerte de Jesús, hay numerosos autores que la sostienen. Cf. U. Holzmeister, Chronologia vitae Christi (Romae 1933) 160. Abunda más el número de autores que ponen la muerte de Jesús el 7 de abril del año 30 (Holzmeister, 158-160). 30 Scaliger, De emendatione Temporum, lib. VI, cap. V (Ed. Coloniae 1629, p. 561). Al referirse a Tertuliano cita el testimonio que conocemos del Apolo– geticum y a Flegonte lo cita a través de la Crónica de Eusebio. 40

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