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En la comprensión total de los signos acontecidos en la cruz, Calvino utiliza unos aspectos de la teologia paulina, muy caros a la Reforma: la dialéctica de la gloria de la divinidad y la enfer– medad de la carne. Aunque en la muerte de Cristo la enfermedad de la carne haya cubierto por un poco de tiempo la gloria de la divinidad, y el Hijo de Dios haya sido desfigurado por los oprobios y desprecios y ano– nadado, como dice S. Pablo, sin embargo el Padre celestial no ha dejado de poner en él algunas señales e insignias notables. En esa misma humillación ha puesto algunos comienzos o como prepara– tivos de la gloria venidera, que sirvieran para fortificar los espí– ritus de los fieles frente al escándalo de la cruz. Así la majestad de Cristo ha sido aprobada magníficamente por la ausencia del sol, el temblor de la tierra, el resquebrajamiento de las piedras y la ruptura del velo, como si cielo y tierra ,se hubieran impuesto el deber de rendir a su Creador el duelo que le pertenece zs. No se trata de una simple teología compasionista, sino que esta compasión cósmica es grandiosa, dirigida a la majestad de Cristo, como aparecía, por ejemplo, en las antiguas homilias pascuales. Calvino sigue indagando en el porqué teológico de estas tinie– blas. Sabe que los antiguos poetas inventaron en sus tragedias eclipses de sol en detestación de un crimen execrable. No es ésa explicación que le convenza. "Otros dicen que, extinguiéndose el sol visible, mostraba la muerte del Sol de justicia. Otros prefi.eren re– ferir el suceso a la ceguera de la nación que se siguió un poco después. Porque los judíos, habiendo rechazado a Cristo, después que él fue elevado de este mundo, fueron privados de la luz de la doctrina celestial, sin que les quedase otra cosa que las tinieblas de la desesperación:" 26 • C'alvino va en busca de una teología más .recia de juicio y misericordia, recalcando el juicio. De mi parte, yo pienso que las tinieblas fueron para que aquel pueblo tan necio, que no veía nada en medio de la claridad, pu– diera despertar a considerar el consejo admirable de Dios en la muerte de Cristo. (...) Les fue mostrado un espectáculo lleno de espanto, para que fueran atemorizados percibiendo el juicio de Dios. De hecho aquello fue un maravilloso ejemplo de la ira de Dios, de que no ha ahorrado a su propio Hijo unigénito y de que no ha sido aplacado por ningún otro medio sino por el precio de esta expiación 27 • En resumen, una teología con temas preferidos por la Reforma. La muerte de Jesús -Y todo lo que en torno de ella acontece– es una manifestación de la ira de Dios para nuestra salvación. 25 Calvin, Commentaires,. 716-717. 26 Galvin, Commentaires, 717. 21 Calvin, Co,mmentaires, 717. 39
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