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las de Egipto que hirieron a los judios, tinieblas escatológicas según las profecías. Hay una interpretación mística en torno a la tríada de tiempos. que sugiere Zac 14,6-7, lo cual se cumple en las tinieblas de la Pasión; lo mismo que un motivo muy inteTesante de confrontación entre Adán en el paraiso y lo sucedido en la cruz: día y hora de la creación del hombre, hora del pecado del hombre, día de la muerte de Jesús, hora de las tinieblas. 2. Interpretación de.z Pseudo-Areopagita y en siglos posteriores El llamado Pseudo-Areopagita es un autor de finales del siglo v o comienzos del siglo vr que, en ficción literaria, se identifica con aquel Dionisia que escuchó a Pablo en el Areópago y que en Hch 17,34 es nombrado como "Dionisia el Areopagita". Escritor de "teología mí:stica", tiene un testimonio de las tinieblas de la Pasión en la Carta VII, dirigida al obispo Policarpo. No debemos litigar con los paganos, aconseja este Areopagita. La verdad se defiende por sí misma; basta fundamentarla con cla– ridad y firmeza. Ese es el proceder de Dionisia de cara al filósofo pagano Apolófanes. El autor, versado en astronomía, puede recor– dar los prodigios de Dios sobre la creación: lo que pasó cuando Josué (Jos 10,12) o cuando Ezequías (2 Re 20,11). Quizás objete Apolófanes que todo esto son invenciones, ignorando con tal res– puesta que existen documentos persas, pero ¿qué podrá responder contra la •evidencia de lo que ambos contemplaron en Egipto? Pregúntale: ¿Qué dices de aquel eclipse ocurrido en la Cruz del Salvador? Nos encontrábamos los dos juntos en Heliópolis cuando contemplamos el extraño fenómeno: la luna ocultaba al sol, sin que fuera tiempo de conjunción. Después la luna, desde la hora nona hasta la tarde, regresó a su lugar diametralmente opuesto al sol. Puedes recordarle también esta circunstancia: él sabe muy bien cómo vimos que ocurría aquella conjunción. La luna comenzó por la parte oriental y avanzó hasta la parte occidental, al entrar en el sol; luego regresó, de tal forma que el acceso y el receso (de la oscuridad) no se produjeron por el mismo lado, sino por los lados opuestos. Tales son las maravillas que se produjeron en aquella circuns– tancia y que sólo Cristo las puede producir como Causa universal que realiza grandes e innumerables prodigios 3• 3 PG 3, 1081. El texto va acompañado de las Adnotationes de Balthasar Cor– dier (Corderius) S.I. (1592-1650), que publicó las obras del Areopagita, 2 vals. 1634. 1646. 30

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