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en la refutación, dado que no hay una prueba crítica para contar con el texto del supuesto Thallos 2 • El primer testimonio nos viene de un ,evangelio apócrifo, el Evan– gelio de Pedro: tiniebla,s sobre Judea, referidas con sentido des– criptivo. "Y muchos discurrían (por allí) sirviéndose de linternas, pues pensaban que era de noche, y venían a dar en tierra" (v. 18). San Ireneo tiene una interpreta.ción teológica: las tinieblas con referencia a la Pascua (Dt 16,5-6) y con referencia escatológica, citando a Am 8,9-10 y Jr 15,9. Ireneo abre lo mejor de la exégesis teológica. Un dato notable del siglo n es la lectura del P 75 (prima manus) de Le 23,45a: 1:00 YJAiou EKALrcóvroc;, que, a nuestro parecer, es signo de que ya ha irrumpido la discusición acerca del modo de fas tinieblas, si fueron por un eclipse o de otra manera. En esta discusión se detiene Orígenes; rechaza el eclipse y da como posible explicación que unas nubes espesisimas se interpu– sieron entre la tierra y el sol. Como comprobación de las tinieblas de la Pasión en el siglo III se apela a autores paganos, aparte de las profecías: "Este cataclismo del mundo lo tenéis escrito en vues– tros archivos" (Tertuliano). Se trata del historiador Flegonte, aun– que, a decir verdad, él no anotó que esto ocurriera en la luna nueva (Orígenes). Pero esta sincronía entre historia evangélica e historia profana se acepta por diversos autores y la respalda Euse– bio de Cesarea. Flegonte habla de un extraño eclipse y de terre– moto con hundimiento de casas, fenómenos observados en Bitinia. El haber unido profecía escatológica con el suceso de las tinie– blas lleva a fijar textos y en la obra clásica de san Cipriano sobre los Testimonia del Antiguo Testamento que avalan lo sucedido en el Nuevo, quedan como textos para las tinieblas Am 8,9-10 y Jr 15,9. Es interesante que la correspondencia entre Amós y las tinieblas de la Pasión la encontremos en la liturgia jerosolimitana de tiempos de la peregrinación de Egeria (que no aduce el texto directo) de los años de san Cirilo, liturgia registrada en el siglo siguiente en el Leccionario armenio. Los autores se complacen en ir desarrollando variaciones teoló– gicas múltiples sobre el contenido: grandeza del Hijo de Dios en medio de los acontecimientos cósmicos, tinieblas parangonadas con 2 Goguel comentaba: "Il est curieux qu'aucun exégete n'ait pas fait atten– tion a ce texte bien qu'il soit reproduit par Schürer" (Vie de Jésus, 70,2). Cf. E. Schürer, Geschichte des jüdischen Volkes in Zeitalter Jesu Christi III (Leipzig 41909) 494-495. Es interesante observar que en la edición moderna di– rigida y revisada por G. Vermes / F. Millar / M. Black en 1979, Historia del pueblo ju,dío en tiempos de Jesús, 175 a,C. - 195 ,d.C.,. 2 vols. (Madrid 1985) se omite a Thallos en la sección mencionada anteriormente. Sobre Eisler véase: E. Eisler, IHLOYE BAL IJ\EYL OY BAL IJ\EY¿AL (Jesús, el Rey que no reinó) I-II (Heildelberg 1929-1930); cf. II, 138-144: Phlegon von Tralles und Thallus der Samaritaner über die Sonnenfinsternis bei der Kreuzigung. 29

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