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expuesta en ERESBIL (Rentería). Según Don Manuel Lecuona, «tanto en el estribillo, como en las coplas que siguen, la notable corrección de su léxico no deja de contrastar con la inco– rrección, que es tan común en otras produccio– nes de su género. Esta circunstancia nos hace creer que el villancico de que tratamos ha debi– do de nacer en un ambiente de relativa cultura. Por lo demás, el humor bucólico que rezuma to– da la pieza, era corriente también en las caste– llanas de su género en aquella época, aun tra– tándose de las destinadas al sagrado recinto del templo». El segundo villancico «Nork orain esan lezake», sin fecha, tiene mayor interés en su música que en su texto. Ambos están escritos con la melodía y el bajo cifrado. Volvamos ahora a Aránzazu. En su Anti– guo Archivo Musical hay un bloque de no me– nos de 20 villancicos, en los que el euskera es protagonista. De ellos, cuatro pertenecen al si– glo XVIII. Tres son originales de Miguel de Oruña, maestro de capilla de la parroquia de Santa María en San Sebastián. Sus títulos di– cen así: -«Cer guertacen da mendi oretan» (1769). -«Aurcho baten Ycustera ... » (1772). -«Da Peru eguzquia gabaz jaioa ... », sin fe- cha, pero perteneciente a fines del XVIII. Estos datos están tomados del Catálogo realizado por J on Bagüés, en el que además se cita a Antonio Zavala, que habla de otro villancico de Oruña: -«Eguerritaco versoac cantatu ber diranac Donostiaco Santa Marian, eta ipiniac Musi– can bertaco Maisu-capilla Don Miguel Jase de Oruñac» (1783). Es conveniente observar que el Archivo Musical de la Parroquia de Santa María en San Sebastián también ha sido inventariado por Jon Bagüés y entre sus fondos no hay partitura al– guna de Miguel de Oruña. Los manuscritos ori– ginales más antiguos son de Mateo Antonio Pé– rez de Albéniz (1765-1831). El cuarto villancico del siglo XVIII existen– te en Aránzazu es de fray Agustín de Echeve– rría: -«Euquiric echean bear dezun arguia ... » (1779). Autor prolífico, de quien se conservan más de 80 partituras, ésta es la única que con– tiene euskera. Antes de seguir adelante, debemos de nuevo hacer aquí un paréntesis, para tratar de LA MUS!CA EN EL PA!S VASCO EN LOS SIGLOS XV!ll Y XIX (1700-1876) dos partituras, ajenas a los fondos de Arán– zazu. El Conde de Peñaflorida, además de com– pqner el villancico «Irten ezazu» nos dejó el «Aita gurea» y «Agur Maria» para coro «a ca– pella» de 4 v. m. Se trata de un caso insólito, puesto que son las únicas partituras en euskera de tema religioso, que no sea navideño en el siglo XVIII. Con lo dicho hasta aquí sobre lapo– lifonía religiosa y el euskera, la conclusión es evidente: el euskera se introduce en la polifonía religiosa a través de los villancicos. ¿Razones que moti– varon esta «intromisión»? La respuesta la podemos encontrar en docu– mentación paralela sobre la introducción del castellano en la polifonía religiosa. El P. Samuel Rubio se pregunta: -«¿A qué tanto villancico, precisamente en el culto, en determinadas fiestas?» (16) Más adelante añade: -«El siglo XVII es la época en la que el villan– cico penetra en el templo, se sacraliza, por decirlo así, quedando su nombre reservado, poco menos que exclusivamente, para el gé– nero religioso ... » (17). Conviene recordar aquí que la legislación eclesiástica exigía el latín para los actos litúrgi– cos, entre los que se contaban el rezo del Oficio Divino. El canto de los Maitines abarcaba unas piezas musicales, denominadas «Responsaría». Es aquí donde comenzó el «libertinaje» de cam– biar estas piezas gregorianas por villancicos polifónicos en lengua vulgar, sobre todo en Na– vidad. Como es lógico, ante los desmanes sur– gían voces imperiosas: -«Doce años después de concluído e inaugu– rado el monasterio del Escorial dicta Felipe 11 un real decreto, concretamente el 11 de junio de 1596, por el que prohibe el canto de los vi– llancicos y otras piezas de romance en su real capilla ... sino todo en latín como lo tiene dis– puesto la iglesia» (18). Pero uno de los monjes del Escorial escri– bía en 1630: -«Felipe II quitó los villancicos de su Real Ca– pilla: ya se han vuelto a introducir, y de modo que en fiestas, el canto llano del oficio, es como de aldea, y no es oído ni visto, y los villancicos se celebran con suma autoridad, y solemnidad, (16) Rubio Samuel. Forma del villancico polifónico desde el siglo XV hasta el XVIII, folleto contenido en «Siete villancicos del Padre Soler», 1979, Instituto de Música Religiosa de la Excma. Diputación de Cuenca. (17) Rubio Samuel. Forma del Villancico... op. cit., pág. 37. (18) Rubio Samuel. Forma del villancico... op. cit., pág. 53. 299

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