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rentes formas nacidas en el romanticismo: fan– tasías, impromptus, nocturnos, romanzas sin palabras, barcarolas, valses... componen el repertorio de ambos; no faltan asimismo en los dos, obras que reflejan su expresión personal de músicos vascos, ateniéndose al zortziko, como manifestación casi exclusiva. De entram– bos cabe acentuar la aportación romántica de Guelbenzu a través de una música personal, atildada e íntima, sobria en efectos virtuosis– tas, pero rica y expresiva. OTROS ACONTECIMIENTOS MUSICALES. Así podemos denominar a la aparición en el s. XIX de las Bandas de Música y los Orfeo– nes. La desaparición de los conjuntos instru– mentales en las capillas musicales por falta de sueldos y el aumento de la afición musical en el ciudadano medio trajo como consecuencia la existencia de un mayor número de instrumen– tistas aficionados, que comenzaron a congre– garse espontáneamente, para convertirse poco a poco en agrupaciones patrocinadas o contra– tadas por los municipios, hasta convertirse muchas de ellas en Bandas Municipales. Trayectoria similar sufrieron los cantores, hasta ahora profesionales. Al desaparecer las capillas musicales, integradas por cantores que accedían por oposición, pulularon por doquier pequeños coros parroquiales, compuestos de cantores mucho menos dotados musicalmente, pero creadores de un clima coral mucho más extenso. También en las sociedades de recreo fueron formándose pequeños grupos de canto– res, predecesores de los ochotes y que luego desembocar~:m en la fundación de los primeros orfeones, imitando las corrientes corales veni– das de Francia y extendidas en España en Ca– tal uña, como región española pionera. Fecha aproximada del nacimiento de las Bandas de Música la mitad del siglo XIX. Los orfeones por la década de 1860. EL EUSKERA EN LA POLIFONIA EN EL S. XIX. En la mus1ca religiosa nos encontramos con un compositor prolífico: Fray José Ignacio Larramendi, azcoitarra (1786-1855), que dejó una gran producción musical en Aránzazu, aunque muchas de sus partituras se hallan en otros archivos parroquiales del País Vasco. 309 LA MUSICA EN EL PAIS VASCO EN LOS SIGLOS XVlll Y XIX (1700-1876) Puede señalarse como fecha aproximada del nacimiento de las Bandas de Música y los Orfeones la mitad del siglo XIX. El euskera en la polifonía en el s. XIX.- En la música religiosa nos encontramos con un com– positor prolífico: Fray José Ignacio Larramen– di, azcoitiarra (1786-1855), que dejó una gran producción musical en Aránzazu, aunque mu– chas de sus partituras se hallan en otros archi– vos parroquiales del País Vasco. De un total de 70 obras, tres de ellas son villancicos en euskera: -«Cerneo Aingueruac arzayai». -«Nor zerate mutillac». -«Nescac eta mutillac». Este compositor introduce en sus villanci– cos un detalle desconocido hasta ahora. Se tra– ta de los villancicos escritos en castellano. De un total de 20, nueve presentan el si– guiente matiz: con una estructura más o menos fija de Introducción-Estrivillo-Coplas o Segui– dillas-Zorcico, en esta última parte pasa del castellano al euskera. Estos «zorcicos» están escritos en 2/4, 5/8, 6/8 y 10/8. Todos ellos pertenecen a princ1p10s del siglo XIX, con lo que es palmaria la escritura del zortziko en 10/8 con anterioridad a las teo– rías de Hilarión Eslava. Digamos otro tanto del zortziko en 5/8. De entre estos villancicos entresacamos por la curiosidad de su «zorcico» en 6/8, «Ve– nid, venid, pastorcillos». Dice así: -«O luz antorcha ermosa gaurco gabecoa que al mundo has venido ceruetacoa de una Madre doncella mancharic gabea Dios en carne humana guztien jabea Aquel niño esperado Ceru lurren jabe para nosotros viene dudarican gabe Mesias prometido uste guenduena este es el que ha venido mundura gugana. En los fondos musicales de Aránzazu exis– ten en el gran bloque de «anónimos» cinco vi– llancicos en euskera y cuatro en castellano con el consabido «zorcico» en euskera. Los actos extralitúrgicos o devociones pia– dosas experimentaron en el s. XIX una gran proliferación: rosarios, novenarios, septena– rios, misiones, etc ... En este clima de exhube– rante piedad los compositores nutrieron a los coros parroquiales de partituras polifónicas, que ya no son excepción, sino abundancia. Ahí están los Armentia, Aldalur, Eleizgaray, Erci– lla, Santesteban, etc ...

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