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COLECTIVO «ERESBIL» (ARCHIVO DE COMPOSITORES VASCOS) - JOSE LUIS ANSORENA (DIRECTOR) -Método de violín, por Delphin Alard, Paris, ca. 1860. -El Adam Español o Lecciones Metódico-pro– gresivas de Porte Piano, por el profesor ar– monista Don J. Sobejano Ayala, Madrid, 1826. -Método completo de piano, fácil y progresi– vo, por J. Sobejano, Madrid. -Método completo de piano del Conservatorio de Música, por D. Pedro Albéniz, Madrid, 1840. -12 estudios melódicos para piano a 4 manos (op. 56) por D. Pedro Albéniz, Madrid. -Método completo de piano, por José Arangu– ren, Madrid, 1855. LA EXPANSION DEL PIANO. La expansión del piano en el país vasco marca un hito musical de importancia en el s. XIX. En esta época el piano se extiende a salas y casas, suplantando definitivamente al clave. Desde los comienzos del siglo se palpa un ambiente pianístico, que presupone unas déca– das anteriores, creadoras de este ambiente. Cuando Juan Crisóstomo Arriaga compuso en 1817 a los once años su «Nada y mucho» (Ensayo de octeto), en la portada diseñó una reunión musical, tal como solían celebrarlas en la casa del melómano José Luis de Torres, a quien dedicó esta partitura. En el dibujo apare– ce su hija de 15 años, Luisa Torres y Urquijo, que toca el piano-forte, y al pie del diseño unos versos dedicados a ella, a quien considera «ge– nio que hoy se venera, pianista de gran pri– mor». En 1821 Juan Simón Arriaga, padre de Juan Crisóstomo, consultó a José de Sobejano (35) sobre la conveniencia de enviar a París a su hijo. Sobejano, además de aprobar la idea, en su respuesta añade: «...Viva usted, pues, persuadido de que su hijo tiene una disposición admirable, encar– gándole de mi parte se dedique al formal co– nocimiento del piano, pues seguramente es el instrumento único para preparar la imagi– nación; así, pues, exhórtele usted a dicho es– tudio que, según mi corto alcance, le será de mucho provecho, y aún me atrevería a aseve– rar, serle indispensable ... » En «Lista de Ynstrumentos de Musica y Metodos existentes en el Santuario de N. Seño- ra de Aránzazu. Año de 1827» (36) leemos lo si– guiente: «... Yt. Un Piano de cinco octabas, bastante bueno». Esta expresión da a entender el conoci– miento de pianos de distinta calidad. Con todo, en esta misma lista se habla de cinco manucor– dios, un clavicordio y una espineta, que se ha– llan en funciones, unos mejor que otros. a) Partituras de piano en el País Vasco. Docu– mentación válida constituyen las partituras que nuestros compositores han escrito para el piano forte. Distingamos entre los que desarrollaron su actividad musical en el país o fuera de él. Entre estos últimos señalemos a Sebastián de Albero, fray Joaquín de Asiain y Joaquín Ta– deo de Murguía. La obra de Sebastián Albero hasta ahora conocida se apoya en dos manuscritos: el de la Biblioteca Marciana de Venecia «Sonatas pa– ra clavicordio por D. Sebastián Albero», y el de la Biblioteca del Real Conservatorio de Madrid «Obras para Clavicordio o pianoforte de Sebas– tián Alvero». Notemos que la expresión «o pia– no forte» ha sido sobreañadida con posteriori– dad. En su introducción y dedicatoria al rey Fernando VI, Albero llama a su obra «tocatas de clavicordio». Sin embargo Antonio Baciero (37) aventura su opinión de que «o pianoforte» fuera añadido por el mismo Albero. Aunque fa– lleció en 1758, conoció en la Corte de Doña Bár– bara los «clavicordios de piano» o «pianos a martillos)>. De fray Joaquín de Asiain ha llegado hasta nosotros «Polaca nueva con 10 variaziones para clave o forte piano del Padre Fray Juaquín Asiain». Aunque su actividad musical se hubie– ra desarrollado en San Jerónimo el Real, de Madrid, es muy significativo que esta partitura haya sido localizada en tres puntos distintos del país: una fechada en Huarte Araquil a 3 de fe– brero de 1803, y las otras dos sin fecha, recogi– das en San Sebastián y Zarauz, con copia de principios del siglo XIX. De Joaquín Tadeo de Murguía nos ha lle– gado en copia de fines del XVIII «Sonata a qua– tro manos p? Pianoforte por D? Joaq.nMurguia Preb?º organ.tª de la S. 1 ª Ig. de Malaga». (38) Así mismo de este autor y en copia de princi– pios del XIX nos ha llegado «And _no con var. • para Porte Piano compuesto p. D.nfª Murguia (35) SAGARDIA, Angel. El compositor Juan Crisóstomo de Arriaga. (Ediciones de Conferencias y Ensayos. Bilbao, 1956) (36) BAGUES, Jon. Op. cit., p. 350. P· 21. (37) Baciero, Antonio. Sonatas de Sebastián de Albero, Real Musical, Madrid, 1978, vol. 1, p. VIII. (38) Del fondo de «Rafael Mitjana». 306

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