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COLECTIVO «ERESBfL,, (ARCHIVO DE COMPOSITORES VASCOS) -JOSE LUIS ANSORENA (DIRECTOR) les, no ya de importancia, sino de urgencia, es decir, nos falta un repertorio de textos teóricos musicales, tanto de los realizados por autores vascos, como de los que utilizaban los músicos en el país vasco; igualmente con respecto a los métodos instrumentales. En otro nivel estarían las alusiones a la música o a su práctica, por medio de la palabra escrita. Tienen también mucha importancia los repertorios de textos de obras musicales, repertorios de libretos de mú– sica teatral y caso de que aparecieran, docu– mentos relativos a hechos musicales, progra– mas, etc. Datos iconográficos. Al igual que en el anterior apartado, hay que ir confeccionando instrumentos de infor– mación sobre todas las muestras iconográficas existentes en el país vasco, por medio de repro– ducciones, ordenándolas, clasificándolas y ca– talogándolas convenientemente. Es esta una labor a largo plazo y que no conviene hacer res– trictivamente, es decir, es preferible ir reco– giendo todo lo que exista, mediante un plan concreto preestablecido, y posteriormente se podrían separar y estudiar aquellas muestras pertenecientes al siglo XVIII. Sabemos de la existencia de trabajos en este sentido y pensa– mos que deben apoyarse más, no perdiendo nunca de vista el objetivo de crear al menos un banco general de datos. Registros sonoros. En cuanto a los registros sonoros, debe– mos avanzar en la recopilación de lo hecho has– ta ahora, que no es mucho, ciertamente. Unica– mente catalogando convenientemente podre– mos tener exacta constancia de lo que existe, y podremos ir planificando el largo camino que nos queda por recorrer. No obstante, quisiéra– mos llamar la atención sobre los peligros que pueden existir. En el renacimiento cultural que parece que empezamos a vivir, corremos el riesgo de querer realizarlo todo ahora, y en este tema en concreto son tantas las lagunas existentes en cuanto al hecho musical, que pa– rece más prudente esperar cierto tiempo en tanto no estén más claros algunos aspectos, en especial los interpretativos. Al margen de ello, y en conexión con lo antes apuntado sobre res– tauraciones de instrumentos, vemos necesaria la existencia de registros sonoros de interpreta– ciones en los instrumentos indicados, una vez puestos en condiciones. ESTUDIOS. Por otra parte se han de emprender una serie de estudios sobre la base de esos materia- 304 les, de los que señalaríamos como más impor– tantes los siguientes: Biográ,.ficos. Tanto sobre compositores, como sobre in– térpretes y constructores de instrumentos. So– bre todo de estos últimos es necesario determi– nar las genealogías con gran precisión, pues en el caso importantísimo de los organeros, por ejemplo, el oficio se iba transmitiendo por vía oral-familiar, de manera que se entrecruzan constantemente, y no sólo por estos vínculos familiares, sino por el mismo carácter de su trabajo, que les obliga a moverse de un pueblo a otro constantemente, coincidiendo unos con otros y transmitiéndose sus conocimientos. Si señalamos especialmente a los construc– tores de órganos, es porque durante el siglo an– terior su expansión por tierras castellanas ha~ bía dado como resultado la configuración de un modelo de órgano específicamente ibérico: el de correderas partidas, cajas de ecos y lengüe– tería en fachada. Y sin embargo, no sabemos qué pasó exactamente con los organeros que permanecieron en el país, ni menos aún la cau– sa de la extinción de esta organería vasca, sus– tituída por el órgano romántico francés: nos falta el eslabón entre el órgano Ibérico y el Ro– mántico, aunque José M. ª Arrizabalaga, orga– nero, aventura la tesis de que queda un instru– mento en Laguardia (Alava) de fines de siglo, de transición, que podía muy bien permitirnos inducir cuál habría sido el camino de la organe– ría vasca de no haberse adoptado el modelo francés. De estos estudios biográficos nos intere– sará pues, detallar los procesos de transmisión y aprendizaje, para su posterior clasificación por escuelas o tendencias estilísticas, vinculán– dolos, si es caso, a las personalidades clave que determinaran tales escuelas, o a los centros geográficos correspondientes, como el Monas– terio de Aránzazu, o la Capilla Musical de Bil– bao, o a las sociedades como la RSVAP, cuya influencia en la vulgarización de la sonata monotemática bipartita es evidente. Musicales. Se impone determinar los precedentes, es– tudiando, claro es, los inicios del estilo homofó– nico en la centuria anterior, e indagando la po– sibilidad de música de tecla anterior a la más antigua que conservamos, que es la del siglo XVIII, precisamente: sin un sustrato previo, no se explica la floración de teclistas diecioches– cos. La música del s. XVIII la dividimos en Re– ligiosa o Secular, según su finalidad y no según

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