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LA TEOLOGÍA EN EL SIGLO XV cismático (1438-1449) que depuso al papa Eugenio IV y proclamó, en su lugar, a Amadeo VIII de Saboya con el nombre de Félix V (t 1451), el último antipapa en la historia de la Iglesia. Los reinos hispánicos, como los demás estados europeos, enviaron, sobre todo en la primera fase, gran número de participantes. Sólo Castilla contó con unos 130. Y la Universidad de Salamanca, entre profesores y antiguos alumnos, co fue a la zaga. Iremos citando los que se destacaron en las principales controversias con– ciliares, como las que se refieren al conciliarismo, al primado del Papa, a la unión con la Iglesia oriental y, en fin, a la Inmaculada Concepción. El conciliarismo, que entró en la Iglesia gracias al decreto Haec sancta )415) del Concilio de Constanza, encontró sus máximos defensores en el Conci_io de Basilea ya desde su apertura y mucho más, lógicamente, desde que se hizo csmá– tico. Y encontró en Juan Alfonso de Segovia a uno de sus más ardorosos y r;.dica– les sostenedores. Nacido (ca. 1395) en la ciudad de la que heredó el apellido, Juan de Segovia - así es conocido- enseñó durante casi 15 años en la Facultad de --::-'eolo– gía de Salamanca; en 1433 la Universidad le nombra su «unicus oraton> a.::tte el Concilio de Basilea. Pero, dadas sus actuaciones en el Concilio, la Universi::.ad le retirará sus credenciales y él mismo renunciará a su cátedra y a su tierra. M::>riría en Ayton (Sabaya) en 1458. Sin embargo, hay un gesto en su vida que le tonra. Meses antes de morir dictó testamento dejando a su «alma maten> heredera de su riquísima biblioteca, de la que todavía hoy se pueden apreciar los restos' 3 • Desde su llegada a la ciudad conciliar en 1433, el representante salmntino entra en escena con el fervor de un neoconverso. En efecto, en 1426 había defen– dido en su cátedra del Tormes la teoría más extrema de la teocracia papal, incluso en lo temporal, en la línea de la bula Unam sanctam de Bonifacio VIII. Pues bien, en el breve intervalo de estos pocos años, no se sabe por qué, pasó de un abso– lutismo papal a un radicalismo conciliar y hasta a una democracia clerical. En resumen: la Iglesia en cuanto cuerpo es infalible, y este cuerpo de la Igles:a está integrado por el conjunto de los obispos, sacerdotes, predicadores, doctc,res y párrocos. La representación regular de la Iglesia es el concilio general leg:tima– mente convocado. Una vez reunido el concilio, los poderes del Papa, jefe de la Iglesia por delegación de Cristo, parecen cesar, puesto que Cristo mismo está pre– sente inmediatamente en el concilio. Síguese lógicamente que todos los cristianos, incluido el Papa, tienen el deber de someterse enteramente al concilio. A Segovia se le deben un buen número de obras. Además de la Historia del Concilio de Basi– lea es digna de citarse la que lleva por título De auctorite Ecclesiae, o tambi~n De insuperabili sanctitate et summa auctorite generalium conciliorum' 4 • ' 3 Benigno HERNÁNDEZ MONTES, Biblioteca de juan de Segovia. Edición y comentario de~ escri– tura de donación, Madrid, 1984; Isaac VAzQUEZJANEIRO, «En torno a la biblioteca de Juan de 3egovia (t 1458)», Antonianum, 60 (Roma, 1985), pp. 670-688. ' 4 U. FROMHERZ, johannes von Segovía als Geschichsschreiber des Konzils von Base!, Base! y St .mgarc, 1960; G. VERA-FAJARDO, La eclesiologia de juan de Segovia en la crisis conciliar (I435-I447), 1 - 7 itoria, 1968.

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