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LA TEOLOGÍA EN EL SIGLO XV 179 6) San León: «Miror tam a6surdam tam– que perversam professionem nulla iudi– cantium increpatione reprehensam»; «Ideo [...] dilectionis tuae diligentiam commonemus»; «eum [...] in sua manere perfidia dignumque esse qui iudicium condemnationis exciperet». 66) Fernando I: «Miror de tanta M¡;_ies– tate [...] non puniri, quem Deus iudi– cavit»; «ldcirco [...] rogo vos, quod [...] statim puniatur»; «perseverat in iniqui– tate sua»; «Certe, dignus est punitionis». Cierto, Segismundo debió de haber oído durante aquellos meses de los padres conciliares muchas críticas contra su defensa de Hus. Pero, tal vez, ninguna tan fuerte y tan autorizada como la firmada por el rey Fernando. Y, al cabo, com– prendió que tenía que ceder. Desde entonces, los acontecimientos contra su polí– tica se suceden precipitadamente. El 4 de mayo eran condenados los errores, los libros y la memoria de Juan Wicleff. El 14 del mismo mes, Juan XXIII, el papa que había convocado el Concilio por orden de Segismundo, viene definitivamente depuesto. Los días 5, 7 y 8 de junio, Juan Hus es llevado ante un tribunal, del que formaba parte el cardenal Pierre d'Ailly, para escuchar los errores que se le atri– buían; terminadas las sesiones, Hus volvió a su prisión, y días después, recibió el acta notarial que contenía 30 artículos extractados de sus libros, más otros 29 reco– gidos de las deposiciones de testigos fidedignos, y se le pedía que, ante ellos, ~orna– se una de estas dos determinaciones: o abjurar de ellos, en la forma que estaban, o prepararse para la sentencia capital. Por desgracia, Hus no abjuró, y el día 6 de julio de 1415, en la catedral de Constanza, en presencia de los conciliares y del Emperador, leídos sus errores, fue condenado a la hoguera. Poco después, sus ceni– zas, aún humeantes, flotaban sobre las aguas del Rhin. Al oír la lectura del error sobre la transustanciación y la unión hipostática, que se decía había sido testifica– do por un doctor, Hus, quebrantando el silencio a que se le había obligado, pidió que «Nominetur ille doctor, qui hoc contra me testatus est». Evidentemente, Hus deseaba, sin duda, mirar a la cara, por última vez, a su disfrazado primer inquisi– dor que le había visitado en la cárcel a primera hora 10 • Tres días después, el 9 de julio, fray Diego enviaba por un propio, y a toda prisa -«festinanter»-, una larga carta a su Rey. La carta rebosa, obviamente, satis– facción por todo lo que se había conseguido. Pero lo importante era llegar a la meta, que no era otra que extirpar el cisma y dar unidad a la Iglesia de Dios. Antes era imposible alcanzar esa meta, porque de nada valdría imponer unidad visible en la Iglesia, si venía negado el fundamento dogmático de esa unidad, o sea, la divinidad de Cristo. Pero, ahora que los herejes han sido eliminados - «haereses dogmatisantes igni sunt traditi», exclama Moxena- , ahora, sí, se puede y se debe 'º Isaac VÁZQUEZ JANEIRO, « "Nominetur ille doctor". El último deseo incumplido de Juan Hus en Constanza», Antonianum, 66 (Roma, 1991), pp. 265-300.

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