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Ultimas peripecias de los premonstratenses de Urdax 73 y 10 reales de vellón, en 11 censos impuestos sobre fincas del país, que redituaban 1.127 reales anuales de vellón; más otro censo de 105.313 rs. y 22 mrs. de principal contra el estado de Medellín; y otro más, de 51.333 rs. y 12 mrs. sobre bienes del duque de Medinaceli, «cuyos réditos se cobraron por los jueces de Madrid y de Valladolid», después del extrañamiento. Las fincas no enajenadas por la junta de temporalidades podían producir, entre adehalas de granos y otras especies, unos 9.200 rs. annales; al patrimonio del colegio pertenecían asimismo 5 acciones, de 500 pesos unidad, sobre la R. Cia. de Tabacos de La Habana y un crédito de 57.963 rs., contra la testamentaría de Felipe V, remitido en 1791 a D. Manuel Doz (o de Hoz), director general de temporalidades. «Deducidas las cargas y el 5 % de la administración de los bienes– concluye el corregidor de Guipúzcoa- quedaban rentas líquidas del colegio, inclusos los réditos de censos fundados en él y sin comprender los de fuera, 4.928 reales de vellón». Sobre estos juros y censos pesaban ciertas «cargas espirituales» o mandas pías, que habrán de satisfacer los canónigos premonstratenses, si acampan en Loyola. Algunas de ellas se venían cumpliendo en la porroquial de Azcoitia por el importe anual de 1.028 reales. Enumera el corregior entre esas obligaciones la del ofreci– miento anual de un hachón de cera; el responso anual y misas cantadas (no celebradas desde la expulsión); misa al SSmo. Sacramento, un domingo del mes, indulgenciada con jubileo; misa cantada perpetua el primero de marzo de cada año y una rezada semanal en la capilla de San Ignacio, legado de Dª Ana de Lasalde; y en la misma capilla y por la misma testadora, una lámpara de luz permanente; item más, la ofrenda anual de 209 reales en la capilla de la Harreada, de la parroquia de Azcoitia y la de otros 138 a su cabildo por las vísperas y función litúrgica el día de la Natividad de la Virgen. La herencia del P. Miguel de !barra, recaída en el colegio de Loyola, imponía una pensión de 364 reales para el maestro de niños de Motrico; y otros 50 de oblaciones en las sepulturas de sus familiares de Motrico y de Astigarribia. Informa el mismo señor corregidor que, a juicio de dos arquitectos inspectores, se hallaba el colegio deslucido en todas sus partes, rotas ventanas y puertas y muchas de sus vidrieras, secuela del acuartelamiento de los tres batallones de milicias de Toro, Valladolid y León durante el año 1793. Se calculaban en 11.000 reales los desperfectos. Remediarlos, cegar las goteras de la media naranja, conservar el edificio en buen estado, requería una inversión anual de 5 a 6.000 reales, al margen de imprevistos, que bien podían temerse. «Que siendo el edificio uno de los
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