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PROGRAMA DE URGENCIA DEL VIRREY GUIRIOR 305 introducían otras manufacturas que las de Se,govia y Guadalajara. Irrumpió lo irracional y lo nocivo cuando comenzaron a introducirse géneros y efectos extranjeros destinados a ultramar y se les aplica– ron las mismas leyes arancelarias que a los de Castilla. Establecióse el derecho de toneladas en urgencias de la corona; derecho excesivo que ha dañado gravemente a la navegación. Bien diversa política han seguido, en su régimen proteccionista, las naciones extranjeras más avanzadas: primas a la exportación de productos fabricados y franquicia arancelaria a la importación de primeras materias (de simples, dice Guirior). Cita en abono de su tesis el acta del parlamento británico de 23 de septiembre de 1660; los aranceles y ordenanzas francesas de 1664 y 1667; los decretos de S. M. Cristianísima de 24 de diciembre de 1701, de 2 de abril y de 7 de octubre de 1702 y de 10 de julio de 1703 sobre reducción de derechos, protección de manufacturas de Lan– guedoc y del transporte marítimo. La política inglesa y holandesa en las relaciones mercantiles con sus dominios ha sido muy distinta de la española: elevadas tarifas a los productos extranjeros y facilidad de exportación de las labores indígenas. Más aún, Inglaterra, olvidando su pacto de Utrecht con la nación francesa, recargó con mayores tarifas las mercancías extran– jeras, a ciencia y conciencia de que atentaba sobre todo contra su principal signataria. Si España hubiera protegido el comercio y la navegación contra el empuje de los géneros extranjeros y, continuando sus tradicionales manufacturas de lana y seda, hubiera estimulado como Inglaterra y Francia las artes útiles, "pose(;)ría una superioridad y poder corres– pondientes a los vastos y opulentos dominios de S. M. ". Fueron también causa de su decadencia los excesivos impuestos y la mala recaudación de rentas en los tres reinados siguientes al de Felipe II (aunque tampoco eI rey prudente se distinguió como finan– ciero). Evoca el esplendor medieval de la marina y comercio de Castilla y de la Corona de Aragón y los fabulosos caudales que se negocia– ron en las ferias de Medina del Campo en tiempo de Felipe II. Mas luego, pese al rigor legislativo, nos fueron invadiendo los productos extranjeros, por la idea absurda de aumentar las rentas reales con •o
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