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EL MAESTRO JUAN DE VILLALPANDO, SOSPECHOSO DE HEREJÍA 49 \ lidad y congregación se juntavan a comer y cenar en casas particulares y otras vezes en el campo, donde se quedavan en Eredades por dos o tres días. Y que el susodicho avía tenido, de muchos años a esta parte, muy particular comunicación con una beata, a quien tenía por maestra y dada la obediencia, a cuya casa acudía muy ordinario, de día y de noche hasta muy tarde a las diez y las onze, donde lo hallavan quando lo busca:van para salir a administrar los Santos Sacramentos a los en– fermos de la Parroquia donde era Cura, y muchos ratos de la noche estava con ella a escuras y entrava en la dicha casa de noche y de ma– drugada, por una puerta falsa con llave que él tenía della. Y que tenía retratos de la dicha Beata, uno pintado y otro de talla, en barro, y los abonava diziendo que los havía hecho por tenerla por muger muy santa. Y que dezia que las donzeHas que tratavan de espíritu y oración no se avían de acusar de las t.entaciones de la carne, y que los tocamientos desonestos de hombres con mugeres no eran pecado, porque eran efecto del espíritu. Y que en otra ocasión dixo, confessando a una muger, que a sus hijas de confessión las baehava y les metía las manos en los pechos y la lengua en la boca y que en aquello se merezía más. Y que confessando a otra, fue visto algar el brago y como que se lo metía a la susodicha debaxo del manto. Y que embiava a cierto congregado a pedir limosna a casas particulares, el qual se las entregava y le dezía que para sacarlas contasse revelaciones, y que para este fin apoya:va la santidad de sus Congregados y de la dicha Beata, y dixo que avía de venir tiempo en rq¡ue rezassen della, y que no hazía cosa sin su li– cencia en lo espiritual y temporal, hasta para dezir Missa, y que en– trando en casa de la dicha le besava la mano y se le hincava de rodillas. Y que dixo della que un religioso muy sancto, en un arrobamiento, la avía visto en el Cielo, en el mismo grado que a Sta. Teresa de Iesús, y que asistía en ella el Espíritu Sancto, y era la fuente de donde todos avían de beber. Y aconsejó a ciertas personas que, acabando de Comul– gar, se encomendassen a ella, y les dixo que el fervor con que se hallava de servir a Dios le avía venido por ella. Y que avía dicho a unas don– zellas que si querían alcangar algo de nuestro Señor se lo pidiessen por intercesión de la dicha Beata, porque era la mayor Santa que avía en la Iglesia de Dios, y más que sancta Teresa de Iesús. Y que se avían de salvar todas las personas que avían oído cierta Missa en compañía della, la qual estaua en tan alto estado de gracia, como San Francisco. Y que en el aposento de la susodicha avía un calor y fervor del cielo, y que el que gustava dél, no lo podía olvidar jamás, porque estava allí un fuego del Espíritu Santo. Y que dixo a una su hija de confessión Núm. 14 (1968) 491

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