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44 E. ZUDAIRE ser tenida por santa, para sus aprovechamientos y otros fines tempo– rales, se hazía Maestra de espíritu, teniendo muchos hijos y hijas, assí sacerdotes como personas seglares, de quien se dexava reverenciar, acompañar y festejar, y ella les hazía pláticas y dava lecciones y pre– ceptos de espíritu, y les señalava confessores, con los quales, y no con otros, se confessassen, y los gobernava en todas sus acciones, assí espi– rituales como temporales, sin cuyo consejo no hazían cosa por menuda que fuesse. Y por este mismo fin fingía arrobos y revelaciones que dezía tener de nuestro Señor, en que sabía el estado de muchas almas de vivos y difuntos y otras cosas particulares. Y se jactava de que era tanta su santidad que por haverle tocado un mancebo la fimbria de su vestidura avía reformado su vida, y que otro Religioso que en catorze años no avía podido tener Oración mental, la tuvo luego que la comu– nicó. Y que por medio de la Oración se le avía hermoseado a ella el cuerpo y el alma. Y que no se condenaría quien viesse su cara o la comunicasse. Y que no podía acertar el camino de la salvación quien no siguiesse su doctrina. Y que se hallava en tal estado de perfección que no tenía para qué hazer Oración por sí, sino por otros. Y que no rezava el Rosario porque Dios Padre le avía mandado que no lo rezasse. Y que tenía el mismo Espíritu que Santa Teresa de Iesús y le avía hecho Dios más mercedes que a ella, lo qual se lo avía dicho en una visión. Y que un día que dexó de comulgar en la Iglesia, avía comul– gado mejor que nunca, dando a entender que la avía comulgado nues– tro Señor de su mano. Y estando impedida en la cama, se hazía llevar el SS. Sacramento por un Sacerdote su devoto, debaxo del manteo, y lo recibía sin levantar la cavega, no estando gravada de enfermedad. Y hazía que le dixessen Missa en el mismo aposento donde dormía. Y que nuestro Señor le havía dicho que la tenía en su Iglesia para bien de las almas y reformadora de clérigos. Y menospreciava las Religiones y personas Religiosas, hablando mal dellas. Y dixo que sabía tanto como los Apóstoles o que avía leído tanto como ellos. Y que de qual– quier lugar de Escritura que oía, le davan interiormente la intelligen– cia o que de qualquier intelligencia interior que le davan, le davan luego la confirmación, con un lugar de Escritura. Y que estando enfer– ma en la cama, hallava a Dios entre las almohadas. Y que lo bueno que tenían las personas a quien comunicava, se lo devían a ella. Y que no tenía pensamiento que no fuesse de Dios. Y que se avía una vez encendido en tanto fuego de amor de Dios, que le dixo: "Señor, ¿no se haría polbos este mi cuerpo, para que diessen a bever dellos a los fieles, para que ardieran en tu amor? Que si el Turco tuviera una 486 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
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