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EL MAESTRO JUAN DE VILLALPANDO, SOSPECHOSO DE HEREJÍA 9 Comulgan a sus beatas con hostias grandes, para que reciban más gracia y más gusto, y las obligan a reiterar sus confesiones, cuando las hicieron con otros, especialmente con frailes confeso– res, y a que declaren cuanto ocurrió en ellas, singularmente si no– taron alguna insinuación extraña 20 • Todas estas proposiciones suponen un notable avance hetero– doxo respecto del desviacionismo íluminista de principios de siglo. ¿Cómo se explica esta aberración espiritualista? Ganivet, en frase absurda por confusa, escribió en su Jdearium español: "El misticismo fue como una santificación de la sensualidad africa– na" 21 • Acertara mejor si escribiera "el antimisticismo". Ya que no sensualidad africana, por lo menos espiritualismo de los xadalíes hispanomusulmanes creyó poder sorprender Asín Pala– cios en los "alumbrados" de Castilla y de Andalucía. En cambio, Beltrán de Heredia y Fidel de Ros consideran aquella eclosión anti– espiritualista como superfetación monstruosa del fecundo renacer místico de la España del siglo XVI, por obra de clérigos ingenuos o malandrines, de beatas exhibicionistas y de conversos antirritua– listas 22 • Sentencia Marañón, no muy acertadamente, que la secta adquirió poderoso auge a favor de la corrupción de costumbres tamente en esta vida. P. Pourrat: La S¡pi,ritualité Ohrétienne. III, Les Temps Modernes, ,primera parte. Paris, 1947, pág. 130. Su enjudioso estudio sobre la Mística y la Antimistica en la España del Siglo de Oro, desde la pá– gina 128 a la 343. 20 iLos "alumbrados", en su afán por desacreditar a las Ordenes reli– giosas, apremiaban a las beatas rpara que delatasen a sus confesores, princi– palmente a los !frailes no incorporados a su secta, cuando notaran algún inten– to de solicitación. Y esto, bien antes de que Gregorio XV publicara la bula "Universi generis" (30 de agosto de 16,22), en que se impone esa obligación al penitente. Arguyen los calificadores del Santo Oficio que se explica esa saña de los "alumbrados" porque fueron precisamente los religiosos (domi– nicos) sus más temibles sabuesos. 2 1 Angel Ganivet: Obras Completas: Jdearium Español. Madrid, Agui– lar, t. I, pág. 99. 22 Beltrán de Heredia: Edicto contra los alumbrados de Toledo. "R. E, T.", X (1960), pág. 105. Núm. 14 (1968)
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