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'.BOLETÍN DE HISTóRIA Y ANTIGÜEDADES 285 pública de sequía, inundaciones o epidemias); el estanco del aguardiente, que fue la renta más pingüe con sus 300.000 pe– sos anuales; las rendiciones de las casas de moneda; el estanco del tabaco de hoja o de humo; los arrendamientos y reajustes de tierras; ventas de azogue, de pólvora y plomo; depósitos bancarios, singularmente en favor de los monasterios femeni– nos de clausura; los impuestos o tantos alzados sobre pulperías o tiendas de venta al detalle; oficios y prebendas; decomisos de contrabando; los reaies novenos de los diezmos, que en Santa Fe apenas importaban 9.500 pesos anuales; vacantes eclesiásticas, expolios arzobispales o bienes de prelados difun– tos; venta de loza y de naipes (unos 40.000 juegos al año); impuesto del camellón o de caminos y calzadas; mesada ecle– siástica, que se pagaba por toda provisión a curatos; bula de cruzada (unos 13.000 pesos al año): temporalidades o bienes jesuíticos desde su expulsión (unos 80.000 pesos en todo el vi– rreinato); mantas de los indios por su tributo, papel sellado ... En el concepto de data o gastos se incluían los sueldos de los tuncionarios: ~l virrey Guirior le pagaron, en 1774, 37.156 pesos, 6 reales, y en 1775, con menores descuentos, 39.000 pesos, 6 reales 23 y ½ mrs. Desde que Sarratea fue promovido a con– tador mayor, con el virrey Salís, comenzó a cobrar 2.068 pesos al año. De las cajas de real hacienda se pagaba a los curas de ciudades y a los doctrineros, a los sacristanes y cantores de iglesia, cuando no alcanzaban los diezmos eclesiásticos; igual– mente la administración de las diversas rentas, la guardia de palacio (cuenta llamada Gran Masa), becas de estudio y los situados de los presidios y plazas de Cartagena y de Guayana, que, en tiempos normales, absorbían un tercio del presupuesto total (6) . ..,,.. Cuando el superintendente de la casa de moneda de San– ta Fe, Miguel Santisteban, juez de residencia del virrey Eslava, presenta su interrogatorio de 14 preguntas al contador Sarra– tea y aJ. tesorero Vicente Nariño, como testigos calificados, le responden que por las ocupaciones y negocios que ocurren en su tribunal de cuentas y por los repetidos informes que ince- (6) Anbog., Moneda, t. I, fol. 679-690, 776-782 y 796, años 1774-1775.

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