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228 EULOGIO ZUDAIRE HUARTE la tienen tan abierta, tanto en España como en América», que nada les importe el perjurio (32). 3. SECUELAS IRRACIONALES Mientras el virreinato del Perú se extendía (salvo Brasil y en– claves guayanos) desde Punta Gallinas a Cabo de Hornos, funcio– narios limeños, con nombre de «comisarios de entretiempo», inter– venían en los pleitos mercantiles de la provincia panameña, que llegaran a suscitarse durante el período interferido. Un oidor de la real Audiencia, nombrado por el virrey, conocía de las causas en segunda instancia. Expone Escobar al gobernante Guirior que, su– primidas las ferias y anexionada la provincia al Nuevo Reino de Granada, no tenían por qué continuar ejerciendo jurisdicción «di– chos comisarios de entretiempo, como si se tratasen con Mercade– res Peruleros» (33). Sin embargo, se les oía y trataba «como legítimas partes», has– ta cuando defendían los intereses de los comerciantes contra las exacciones fiscales indebidas. Y Rafael Escobar, aunque no sim– patice con esos comisarios de entretiempo, acepta su criterio en pugna con los oficiales reales del istmo. Antaño, la provincia panameña, que definió el marqués de Cas– telfuerte como «bisagra de ambos Océanos», florecía y prosperaba a cuenta de la invernada de catorce meses: transportes con mulas y canoas, abacerías muy frecuentadas, alquileres de viviendas usu– reramente caros. Y a nadie irritaba el abono de ciertos impuestos fijados en diversas pragmáticas del año 1720 (de 20 de septiembre, 1 de octubre y 4 de diciembre). Pero en la actualidad, semejantes gabelas se hacían intolerables. Por ejemplo: el cacao de Guayaquil paga dos y medio por ciento de almojarifazgo en el puerto de sali– da, y si corriera de segunda mano tendría que satisfacer un tres por ciento de avería hasta Panamá. Transportado por tierra hasta Cartagena (caso extremo, hipotético, por lo aventurado de la carre– ra) el mismo zurrón de cacao, destinado a España, no satisface avería ni alcabala si no irtterviene venta; en caso contrario, pecha el dos por ciento. Metido en la vía Panamá-Portobelo se le exigirían otros dos y medio por ciento de almojarifazgo, más un nuevo tan– to de avería por el transbordo a embarcaciones menores para con– ducirlo al puerto de Cartagena. Y en todos los casos, vaya por mar o por tierra, ese zurrón de cacao habrá de pechar otros dos por (32) Idem, fol. 816. (33) ldem, fols. 801-801v.

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