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8 E. ZUDAIRE ridad, por la falta de justicia y de gobierno (16). Buscar el remedio en la centralización de los Tribunales sería desatino manifiesto, así "por caer estos lugares en distancias proporcionadas", como porque con ello se obligaría a los litigantes a la descomodidad de la Corte. El toque estaba en preparar ibuenos togados y personas grandes de manto y bonete, huyendo "de tener desvalidos totalmente los sugetos, en quien concurriendo otras calidades grandes, les falte examen de limpieza". Digno es de notarse ese espíritu generoso y liberal del Conde– Duque al prescindir del examen de limpieza de sangre en la provisión de cargos, cuando, como advirtió Américo Castro (17), constituía la nervadura de aquella sociedad nobiliaria y eclesiástica de los si– glos XVI y XVII. Los Reinos debían conservar su propio Consejo, porque se habían incorporado a la Corona "tan principal y separadamente como se, estaban antes". En unos y otros Consejos, sus miembros deberían ser simultáneamente castellanos y naturales de dichos Reinos, porque en esta guisa "tuviera V. M. el cobro que conviene a su Monarquía y el buen gobierno de las provincias y señoríos particulares de ella". En el Consejo Real, equivalente a nuestro Ministerio de Goberna– ción, debiera respetarse la estructura de Felipe II, que le quiso com– puesto exclusivamente de Letrados. ¿Por qué seguir condenando a carga cerrada al Conde de Olivares como centralista y absolutista intransigente y redomado? ¿No reco– noce acaso y respeta la natural y radical diferencia de los diversos Reinos de la Monarquía hispana y la necesidad de armonizar todas esas diferencias? ¿Qué mucho que tratara de afianzar su dependencia de una misma cabeza, si todos ellos eran miembros integrantes del "cuerpo místico de las Monarquías"? (18). Todo el hombre es el hombre y su circunstancia. Y la circunstancia en este caso no sólo fue el humor cambiante de un valido, ni sólo el (16) Sobre el "Patio de Monipodio" que fue Sevilla en la época cervantina y lopesca disertó con gran erudición y gracia F. Rodriguez Marin en el Discurso Preliminar a su edición crítica del "Rinconete y Cortadillo". Madrid, 1906. Edi– ción de la Real Academia Española. (17) Américo Castro: Españ(l, en su historia. Cristianos, moros y judíos. Bue– nos Aires, 1948, ,pág. 543. (18) Fernández de Navarrete, Pedro: Conservación de Monarquías. Dis– curso VIII. B; A. E., Ribadeneyra, t. 25, pág. 469.

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