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IDEARIO POLÍTICO DE D. GASPAR DE GUZMÁN, PRIVADO DE FELIPE IV 5 y de "Monarquía católica" con que se disparaba su verborrea irres– taña~le en los abundosos Informes que desde 1635 a 1689 dirigió a Felipe rv; Momentos fulgurantes entre sombras de depresión, que se cerraron en un reconocimiento leal, aunque tardío, de su fracaso, atribuible, si hemos de creerle, no a su personal incapacidad, sino a la continuada desobediencia de quienes descaradamente burlaron las órdenes del Rey. De ella podrían hablar D. Fadrique de Toledo, el Mar– qués de Villafranca, D. Tiburcio de Redín ... Hay una contradicción evidente entre sus dichos y los hechos, entre sus espléndidos proyectos y sus menguadas realizaciones. No por estratagema, sino por discontinuidad torrencial, acometía impe– tuoso o se resecaba, según las circunstancias. Si ejemplares fueron las leyes (7), rara vez se acomodaron a ellas las obras. Ni las mismas pragmáticas para la reforma de costumbres y revisión de haciendas, acogidas con tanto entusiasmo por el pueblo (entre los nobles y caba– lleros levantó grandes protestas la periférica cuestión de las goli– llas) (8), llegaron a modificar el curso desenfrenado del lujo, de la abigarrada concupiscencia y de la inmoralidad administrativa (9). Elogia el Conde de la Roca su tacto en la elección de colaborado– res (10); pero ni con Olivares ni en otro tiempo alguno fue la fron– dosidad /burocrática garantía de buen gobierno. Entre los programas y su realización medió con frecuencia un abismo infranqueable, no siempre por culpa del Privado. Todo ello no obsta para que podamos sorprender en su vida mo– mentos de aguda percepción de la realidad española. Sea que hubiera leído las Memorias de Antonio Pérez, como apunta Marañón, sea por su gran capacidad abstractiva. (7) Ogg, David: L'Europe du XVII siecle. París, 19,32. (8) .. Ruiz de Alarcón se hace eco de dicha reforma. Como jorobado sin posible disimulo, se ofendía de que otros intentaran ocultar sus costurones tras el follaje holandesco de las golillas. La Verdad E!cospechosa, acto I, escena primera. (9) E,l amibiente picaresco y desgarrado de la corte y de la aldea refléjase en los Avisos de Pellicer y de Barrionuevo, en la Crónica de Matías de Novoa y en las "Cartas de Jesuitas". Afortunado comentarista ha sido el Sr. Deleito Pi– ñuela, cuyas diversas monografías han alcanzado larga difusión.-So·bre el fra– caso de la revisión de fortunas, Cfr. Conde de la Roca: Fragmentos ... , en "Sema– nario Erudito", II, rpág. 166, y Carreras Pujal, J.: Historia Económica de Es– paña, vol. I, pág. 5,20 ss. (10) "Semanario Erudito", II, págs. 168-169. El despechado Novoa los des– precia comúnmente como ipaniaguados. Codoin, t. 80, pág. 11 ss.

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