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294 EULOGIO ZUDAIRE de profesar, al cumplir los 16 años, en el convento de las Calatravas: y se le autorizase a emitir su profesión « en cualquier combento de Sn. Benito o Sn. Bernardo o Sn. Francisco, por mano de sus Pre– lados». Presentado dicho memorial en Consejo el 16 de noviembre de 1734, consultaron los consejeros que, sin embargo de lo prescrito por las definiciones y estatutos, pudiera realizar su profesión, previa entrega de la limosna a las calatravas de la Villa y Corte, en cual– quiera de las casas religiosas del reino de Nápoles « o por parte donde se hallare en Italia». Y como constara haber satisfecho los 200 ducados de vel1ón « por la dispensación de recivir el Avito y profesar fuera del Combento de Calatrava » y los 350 ducados del Montado y Galeras, mandó S.M. extender los despachos correspon– dientes en la forma ordinaria. « Como lo pide - autoriza Felipe V - entendiéndose que ha de ser luego que cumpla la hedad de los diez y seis años» 11 • Y la edad de los 16 años fue la de 23 de abril de 1735. En Italia continuó su servicio de armas. Y, por el momento, nuestra mejor fuente de información, aunque se dijera « mientes más que la Gaceta», continúa siendo La Gaceta de Madrid 12 • Hasta el P. Domingo de Bocairente, secretario de visita de fray Miguel de Pamplona en Santa Marta, incurre en imprecisiones (por no decir errores) al dispararse en aquel elogio fúnebre ya mencionado. Por las ambiciones maternales de la segunda esposa de Felipe V, Isabel de Farnesio, y por el mismo interés nacional en restar con– secuencias al ominoso tratado de Utrecht-Rastatt, volvieron nuestros ejércitos a campar por tierras napolitanas y florentinas (presidios de Toscana). Y con ellos, los González Bassecourt, de tan gloriosa tradición militar en el reino de las Dos Sicilias. Cuando el primer intento de desquite, la gigantesca y desca– labrada aventura del cardenal Alberoni (1717-1719), vivían aún su luna de miel los esposos Juan y María Catalina, luna de miel estre– mecida por la presencia en Pamplona del rey don Felipe, que en vano intentó desde Navarra una contraofensiva para salvar a Gui– púzcoa de los ataques del duque de Berwick, su antiguo mariscal. Fortuna fue para don Juan González, gobernador militar del reino de Navarra, que el ejército francés, tras la rendición de San Se– bastián, repasara el Pirineo camino del Rosellón. Cuando el segundo intento (más isabelino que español), la guerra de Sucesión de Polonia, participó el alférez de las guardias walonas, don Miguel González de Bassecourt, a las órdenes del 11 AHN, O.M. Calatrava, expedientillo 132-11976. 12 La Gaceta de M(J.drid, n. 21, martes 13 de marzo de 1793, p. 166.

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